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"CACHANCHANES"


 Este mes pretendía hablar de productividad, competitividad y analizar el milagro portugués, otra vez será. Me voy a conformar con hablar de profesionalidad, esa que se da por descontado y que la final esconde muchos fracasos empresariales. Para empezar comienzo con una cita de Ferrán Adriá: “Muchos restaurantes están condenados al fracaso antes de abrirse”, lo hemos visto y seguramente lo hemos sufrido. Cualquier actividad económica necesita un plan y un concepto.
Les voy a contar mis desventuras con un tal Diego. En el pasado noviembre decidí modificar unas de los ventanales del cuarto de estar y colocar unos toldos para protegerme del sol naciente. Conocía al tal Diego de unas pequeñas reparaciones anteriores y me pareció que por como se explicaba conocía el negocio. Tardó un par de semanas en pasar por casa para medir y hacer el presupuesto. A todo lo que le pedía contestaba que sí, que eso se podía hacer, e incluso mejoró alguna de mis propuestas como que los toldos que yo deseaba podían ser, por un buen precio, automáticos que se abrieran y cerraran con la luz solar y que ante fuertes rachas de viento se cerraran automáticamente. Me pasó rápidamente el presupuesto y me pidió un adelanto sobre el precio final, eso sí ya me dijo que no podía hacerlo inmediatamente porque tenía otras cosas. Quedamos para mediados de enero, empezó la obra a principios de febrero, tras bastantes llamadas por mi parte. La parte de demoler se le dio bien como a todos, rápidamente rompió mas de lo necesario, rompió baldosas que no pensaba cambiar, por tirar de los perfiles con fuerza bruta desconchó partes de la fachada y ahora hay que repararla. Pese a todo la cosa parecía funcionar. Los quince días de plazo para la instalación se fueron convirtiendo en semanas ¿Quién le explica lo de la programación y la productividad a este charlatán? Como el ojo del amo engorda el caballo no se daba cuenta que los peones hablaban tanto por teléfono como trabajaban, otra vez la productividad. Empezaron los problemas porque los perfiles de remate previstos no encajaban, quita y pon y a esperar los nuevos, Los brazos de los toldos chocaban con las puertas al abrirlas, hay un toldo marcado por el intento. Las puertas no pliegan sobre sí mismas como estaba previsto. Los tiradores previstos o eran tipo mampara de cuarto de baño o había que buscarlos, solo encontró dos y estamos esperando por otros tantos porque primero había que pedirlos a la península y luego ya no se fabrican ¡La insularidad también juega! Las cristaleras fueron tres o cuatro veces a la fábrica porque venían rayadas, menos mal que era en la isla, pero pasamos medio mes pasando frío. Y lo que es peor el magnífico toldo automático me tiene manía, se abre y se cierra a la inversa, cuando sale el sol se cierra y al anochecer se abre, lo del cierre por rachas funciona cuando quiere. Tanto es así que lo tengo manual. El tal Diego manda un electricista de vez en cuando que lo revisa y dice: “Ya está”, pero la cosa sigue igual. Llevamos dos meses y pico con peones por la casa y quedan como diez remates que arreglar, no lo entiendo. Compré un coche de buenas prestaciones y tengo un utilitario a precio de coche bueno. Yo sigo desesperando.
Y yo me pregunto ¿Quién dejó al tal Diego montar una empresa? Debería haber sido torero aunque eso parece que también tiene poco porvenir. Le ocurre como a esos aparejadores que cuando la crisis abrieron un bar chic con el dinero del paro y todos han cerrado. Montar una empresa es más que saber hacer alguna cosa. Nos encontramos diegos en todas las profesiones. No son sino meros expertos y poco profesionales en sentido empresarial. No saben planificar, no saben lo que tiene que rendir un empleado, no saben medir el tiempo de ejecución y así solo les queda la labia para ir trapicheando situaciones. Quedan mal con el cliente actual y con el futuro. Son simplemente unos cachanchanes que se quejan porque a los extranjeros que se instalan aquí les va bien porque saben de lo que es ser profesional cumplidor, conocen de organización y de palabra dada.
Sirva esta reflexión como homenaje a todos mis amigos que alguna vez han caído en manos de un Cachanchán. A Dios le pido que ilumine al tal Diego porque acabará poniendo un bar.    
¡Hala que les vaya bien! Un saludo de El Magóez  (http://magoez.blogspot.com/)
Desde Las Medianías, que es mi sitio, abril de 2019.




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“AQUEL BARRO Y ESTE LODO”

CICLO “LA  2ª GAVETA”que ahora es 5ª
COMENTARIO Nº 15-5ª TEMPORADA, 12  DE DICIEMBRE  DE 2013


Al hilo de la que está cayendo y de la que nos ha caído me viene a la memoria el viejo dicho “de aquellos barros estos lodos”. Que somos un país de chapuzas está claro. ¿En qué otro país del Mundo pudieran haber nacido Pepe Goteras y Otilio?
Durante la lluvia de oro, que no dorada, a su pesar, solo se trataba de hacer y hacer. En cualquier sitio, lo más rápido posible, todo nuevo y mucho de imitación. Piscinas en pueblos remotos, estaciones de autobuses o guaguas en cualquier descampado o páramo, carreteras paralelas y hasta aeropuertos impensados. Trenes rápidos para veinte kilómetros, nuevos pueblos en la nada, puertos refugio sin barcos que refugiarse. Todo por “culo veo culo quiero”, todo para poder inaugurar antes de la próximas elecciones. Las constructoras poniéndose las botas, los ingenieros y consultoras en una permanente diarrea de proyectos, los especuladores borrachos de apalancamiento. El Gobierno corriendo hacia adelante sin rumbo. Todo fue correr y correr. El despilfarro y la chapuza se instalan en nuestras mentes. Les votamos sin pensar cuando teníamos que haberlos botado. Llegó la tormenta y todo se convirtió en goteras, filtraciones  y humedades. ¡Todo chapuzas! El perfecto mono de imitación, el perfecto “efecto escaparate” que es la manera fina del “culo veo culo quiero”. Es que mucha agua ahoga.
Todo se fue en que muchas más personas que la casta política y financiera vivieran como ricos. ¿Quién no ha ido al Caribe o ha pasado un fin de semana en cualquier capital europea? Ustedes, el pueblo llano, también pecaron, y lo que es peor, se gastaron lo que no tenían. Pero llegó la lluvia, como en Macondo. Llegó la lluvia y no paró. Todo se convirtió en barro y el barro dejó paso al lodo.
En esos lodos estamos. Parece que escampa pero el lodo sigue. Construimos en riberas y ribanzos, las carreteras se convierten en represas y todo por no pensar. Salvamos a los banqueros y a sus empresas, es que eran sistémicos. Ahora perdonaremos a los ingenieros proyectistas. Lo peor es que no hemos cambiado nadie. Oigo las campanas de El Dorado otra vez. El Dorado no existe, fue una quimera, una especie de locura colectiva tanto arriba como abajo. Moriremos enterrados en los lodos de la nostalgia y del falso paraíso perdido. La prisa por recortar nos ha hecho más chapuzas. Mirado con perspectiva resulta que las verdaderas reformas quedan pendientes. Que el País no ha cambiado, tampoco su gente. ¿Dónde están la verdadera reforma fiscal, dónde está la necesaria reforma del gasto público, dónde está la simplificadora reforma laboral? Durante la crisis hemos llegado a un gasto público equivalente al 48% de la riqueza total generada, eso que llaman el PIB, inaguantable. ¡Hemos subido el porcentaje en momentos de crisis fiscal! Increíble pero cierto y todavía dicen que ha recortado.
Ahora resulta que nos preocupa la pérdida de imagen de la marca País. Si nos la hemos ganado a pulso por chapuceros. El Mundo se ha dado cuenta y una vez ganada una fama se tarda mucho en recuperarse. El “milagro español” tenía los pies de barro y los cimientos en el lodo. Ahora ha caído mucha agua y el lodo se ha licuado. Todo se resquebraja.
¿Pesimismo? No, pura realidad. Hay que encontrar un proyecto común a medio plazo. No me valen promesas electorales, la cosa es más profunda. El “mercado” se conforma con que seamos capaces de pagar nuestras deudas, nosotros no debemos. No se trata de recortar y recortar, se trata de reformar con un objetivo. Se trata de tener un plan estratégico común, se trata de saber a dónde vamos. Si eso es Constitución pues hay que arreglarla, me preocupa la rebelión de las regiones, me preocupa la falta de altura de esta clase política nuestra. Así no arreglamos nada. Para que haya arco iris es necesario algo de lluvia y sol, aquí el panorama está muy nublado. Seguiremos enterrados en el lodo de la mediocridad y le seguiremos echando la culpa al agua que viene de fuera. Arreglemos lo que haya que arreglar, con esfuerzo y tenacidad, sin chapuzas para que cuando vuelva el agua nos coja preparados. Sigue lloviendo en Macondo.

Gracias por su atención y sean sensatos. Reciban un fuerte abrazo de su amigo,


En Las Medianías, que es mi sitio, a Jueves 12 de Diciembre de 2013.

Postdata: Un vecino invirtió sus beneficios en comprar a la competencia exterior y ahora tiene un imperio y vende tecnología. Hay que tener amplitud de miras para modificar el Ref. No puede ser una trampa fiscal, al contrario.
                                                                                 

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VICIOS Y CHAPUZAS (Fotos de la semana)

Hace cuatro años que se inauguró. Funciona muy bien.  Corrieron para las elecciones. Tanto corrieron que la obra aparentemente terminada está llena de vicios de terminación.  Desde el Ayuntamiento trataron de arreglarlo pero el estilo placentino tardío de chapuza no es lo más adecuado Como el alcalde viene de quien lo hizo... ¿Le quedaran rejos allí?