“YO FUI CLASE MEDIA”

A los pricipios del año dos mil tuve la oportunidad de visitar, fundamentalmente debido a mis ocupaciones de entonces, bastantes países de Sudamérica. Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela (pre y post chavismo bolivariano), México, Colombia… era un momento en que España iba como una moto y el subcontinente despertaba y dejó de arrodillarse ante el gran primo del Norte. En todos los sitios la misma pregunta: “¿Cómo se consigue una clase media?” Yo les explicaba a mis interlocutores siempre lo mismo. Les contaba de cómo los Planes de Desarrollo primero rompieron una economía fundamentalmente agrícola y extractiva, y de cómo después la libertad democrática trajo autoestima y estabilidad, y de cómo la libertad abrió una perspectiva de un futuro mejor. De cómo todos sentíamos que el año próximo sería mejor en lo individual. De cómo descubrimos que por eso valía la pena estudiar, formarse y trabajar. De cómo un país con sus riquezas naturales debía industrializarse y generar valor, de cómo dejar de ser “indios de la gleba”.
El otro día un chico de unos veintitantos años me preguntó:
─ ¿Qué era eso de la clase media? ¿Queda algo de ella?
─ Yo fui clase media ─ le contesté mientras se me ponían los pelos de los brazos de punta ─. Yo fui clase media,… Yo tenía una carrera, un máster, un buen sueldo que me permitía llegar holgadamente a final de mes, y que me permitía ahorrar, que podía pagarme un buen coche, un viaje o dos al semestre, que usaba desodorantes de 80 euros, mis hijos estudiaban en buenos colegios y podían aprender idiomas en “lugares nativos”. Tenía un trabajo fijo y bien pagado. Hasta pude comprarme una segunda residencia para las vacaciones familiares. Probaba buena comida en buenos, o muy buenos, restaurantes. Fui socio de un par de clubs sociales de prestigio. Pero llegó la crisis.
─ Ahora ─ continué ─, mis hijos, universitarios y con dos o tres idiomas, no llegan a fin de mes, no pueden ahorrar, no saben cuánto les durará el trabajo, son carne de lowcost y de menú del día a siete euros, comen productos de “marca blanca”, su coche es un utilitario de segunda mano, no viajan, y no pueden complementar su futura y pírrica pensión. Se han convertido en eterna mano de obra barata, salvo milagro. ¡Están indignados con el mundo! Sabe que con toda probabilidad el año que viene será, con suerte, igual, no mejor. Ese es el problema.
GRÁFICO DEL ELEFANTE
VARIACIÓN INGRESOS POR RENTA (Capturado de elEconomista.es)
La crisis ha expulsado, según estadís- ticas, a tres millones de conciudadanos de la clase media en España.. No es un reparto equitativo, a menor edad mayor coeficiente de pérdida de clase social. Ese es la tendencia que nos marca el futuro. Justo lo contrario de la situación pre crisis. Las clases medias están condenadas, pienso que el país también. La crisis y toda la clase política empeñadas en la macroeconomía se ha olvidado del “core capital” del desarrollo: la clase media. Esa clase social en la que la mayoría de sus ingresos provienen del mercado y su saldo fiscal es cero o negativo (a nivel individual y familiar financian el presupuesto). En un hipotético gráfico de niveles de ingresos familiares se observará como los ingresos de las clases bajas (primer cuartil) se componen fundamentalmente de ingresos no monetarios procedentes de las políticas públicas (sanidad, educación, ayudas, paro,…) y llegan en algún grupo al 70% de los ingresos. Es la estatalización de la sociedad lo peor que ha traído la crisis. Nos igualan por abajo, nos hace personalmente menos competitivos, ese es el peligro de la obsesión macroeconómica. El tamaño del Estado sí importa, y mucho.
─ ¿Pero queda clase media? ─ me volvió a preguntar el chico en el bar.
─ Sí, algo queda ─ le respondí con pena ─ Algunos, personas de más de cincuenta años, restos de lo anterior, que irán jubilándose paulativamente ¿Las últimas pensiones?, tal vez. Como clase media en sentido estricto solo quedan bastantes funcionarios, que han tenido la suerte de que no se les recortaran sus ingresos, solo los han prestado y ya se los han devuelto con los primeros brotes verdes.
Yo fui clase media y la política y la macroeconomía me han convertido en uno de los "últimos de Baler", sin heroísmo con resignación de jubilado. Lo siento por la generación de mis hijos. Pena me dan.
¡Hala, que les vaya bien! Hasta el mes que viene. Un saludo de

En Las Medianías, que es mi sitio, a domingo, 26 de junio de 2016.