O la nevera vacía. El otro día se
presentaron en mi casa, sin avisar, el tío Mario y Janet, su actual compañera.
Me cogieron sin peinar y con la nevera vacía. Todo se lo habían llevado mis
hijos en los días anteriores, claro es que estaba a punto de caducar, dijo Ella
Magóez, mi mujer. Yo no protesto, pero es que, además, me han llenado el garaje
de trastos inútiles y cajas de no se sabe qué, todo trastos inútiles y sin
valor. Estoy por empezar a cobrarles el almacenaje.
La crisis de USA, la de burbuja
inmobiliaria, la crisis del mercado financiero desregulado. La crisis de
“EUROpa”, la del desequilibrio fiscal, burbujitas locales, la del “eurojauja” y
el continuo himno a la alegría, el default de los bancos y su rescate
estatal. Todo llevó a un incremento de
las primas de riesgo país y riesgo empresas. La solución eso que llaman
facilidades cuantitativas (“QEs”), que no es otra cosa que llevar las deudas
públicas y las privadas de difícil
colocación al garaje del correspondiente banco central. Se crea una
ilusión y bajan las primas. Bajan los tipos. El garaje lleno de trastos
inútiles ¿Los vendrán a recoger algún día?
Todo está perfectamente hilado.
Primas bajas llevan a tipos bajos. Reequilibrar y desampalancar suponen
disminución de gasto motor. Menos inversión, menos consumo, menos salarios.
¡Hemos conseguido el macro equilibrio! Menos crecimiento. Menos salarios, mucho
menos consumo, ningún ahorro. Menos demanda de materias primas. Crisis de los
Bricks, los emergentes, menos demanda menores precios. Emisión de deuda
emergente. Menor desarrollo. Menor inflación. Deflación a la vista.
Si no hay rentabilidad no
inviertes. A tipo cero es fácil apalancarse e invertir. Sobreproducción de
petróleo. Bajada de precios. Problemas de equilibrio fiscal. Nervios en el
mercado. Los algoritmos para la toma de decisiones amplifican los movimientos
que pasan de bursátiles a telúricos. Nervios y carburante a la deflación. Nuevo
flanco no previsto. Otra nueva gotera.
Hoy en día dicen que el crack
bursátil (financiero) del año 29, lo convirtieron las medidas del gobierno de
Roosvelt en la Gran Depresión, y que solo se invirtió por el esfuerzo bélico de
la segunda gran guerra. Dios no lo quiera.
Las bolsas ya no son el espejo de
la economía, ahora son el espejo del alma financiera del mundo. De la parte
limpia, la regulada, y de la parte oscura. Queda mucha parte oscura, mucho
empaquetamiento sospechoso y derivado misterioso. Las letras pelota que
arruinaron a mucho constructos-promotor vuelven a escala global ¿La pararán? ¿Se
parará? El último cisne negro del capitalismo puede esconderse por ahí. Unos
pocos salvarán su culo y el resto seremos igualados por abajo.
Si en el año 1898 el Maine no
hubiera tenido munición en su santabárbara, posiblemente no hubiera habido
guerra hispano americana. Otra historia hubiera sido. Si en el 2016 no tenemos
munición monetaria… ¿Qué les queda a Yellen y Draghi en su nevera? Desde el punto de vista de política monetaria
poco muy poco. Se han gastado toda la munición tapando agujeros, dicen que eran
sistémicos. Cuando un sistema hace crack es mejor invertir en el siguiente. No
tires la comida que luego llegan sin avisar el tío Mario y Janet, su actual
pareja, y no te queda nada en la nevera. Como mucho un par de conejos vivos, en
la conejera del huerto, que hay que matar y preparar. Se acaba la munición.
Solamente la política monetaria no es suficiente. Las otras políticas duelen a
los políticos de turno y seguramente cabrea a los poderosos mercados ¡Que les
duela y sufran! Ya es hora. Los islandeses tenían razón, lo nuestro ha sido
correr a ningún lado. Estamos sin munición. La nevera está vacía. Del próximo cisne negro no pasamos.
¡Hala, que les vaya bien! Hasta
el mes que viene. Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a
viernes, 26 de febrero de 2016.