Publicado en LA GAVETA ECONÓMICA nº30
¿Maldita productividad? ¡Necesaria
productividad! Una palabra que generalmente se pronuncia sin saberla conjugar.
Políticos, empresarios y sindicatos la despilfarran demagógicamente. ¿Qué le
vamos a pedir a quienes la usan arbitrariamente? La mayoría confunden
productividad con competitividad. La productividad desnuda a un país.

Algunos que se creen listos, y no
lo son tanto como piensan, confunden productividad con competitividad. La
competitividad es temporal, no deja de ser la posibilidad inmediata de colocar
tus productos en el mercado. Otros más torpes aun piensan que si se reducen los
salarios ganas ¿Hasta cuanto y cuando? Lo contrario también es mentira, pobre
del sindicato que exprime las subidas hasta ahogar al sistema, lo matará. Las asambleas
permanentes reducen la democracia, otra vez las clases de Teoría del Estado. Como
ven el tema es muy serio, muy complejo y de uso continuado. Algunos se ponen la
venda y culpan a los otros que son explotadores, que haberlos haylos.
Bajemos al mundo real. Últimamente
muchos políticos se llenan la boca diciendo: Ha llegado el momento de subir los
salarios. Falacia. Siguen apostando por sectores más o menos intensivos en mano
de obra, trampa saducea cuando tus competidores no lo hacen, te quedarás fuera
¿Qué hay del conocimiento y la tecnología? ¿Convierten la investigación en
modus vivendi de unos pocos? Las autarquías llevan al desastre porque matan la
competitividad. La competitividad existe aunque no la veas, es un modo de vida,
está ahí siempre. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente.
De lo que se trata es de mejorar
la productividad como consecuencia de la mejora de la tecnología, la mejora del
capital físico, la maquinaria y las instalaciones, la mejora del factor humano,
la implantación de tecnología de la información y la organización, y la
intensificación del capital. Se reduce así la utilización de la mano de obra
intensiva y repetitiva. Bienvenidos los robots, son tus aliados, gracias a
ellos podrás trabajar menos horas semanales sin perder salario. Las economías
avanzadas serán aquellas que tengan su objetivo en la competitividad, importará
menos el factor demográfico que tanto asusta. Las pensiones dependerán mas del
aumento de la competitividad que del número de trabajadores, habrá pensar en
nuevos sistemas pero serán posibles. La libre empresa y la competitividad
mejorarán el nivel de vida, todo lo demás pura farfulla. Objetivo: la libertad
envuelta en mucho conocimiento; no le gusta a los que mandan pero ese es el camino,
menos ¿trabajo? especulativo y todo el mundo a currar.
Puede parecer que propongo una
ética muy protestante, puede. No le gusta nada a un montón de vividores del
aborregamiento general, pudiera ser. Es a todos estos vividores, okupas de
presupuestos y prebendas, a los que les da miedo la palabra competitividad.
Cuando vea al G20 hablar principalmente de “productividad” empezaré a sentir
que el Mundo empieza a ir mejor. Mientras tanto será una palabra maldita que da
miedo conjugar. Por terminar con un poco de optimismo me conformaré con que
“mis políticos” empiecen a entenderla y le pierdan el miedo.
¡Bienvenida la productividad! El
pan de nuestros hijos, tu pensión y de los demás descendientes ¡Bendita
productividad!
¡Hala que les vaya bien! Hasta el
mes que viene. Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a
domingo, 29 de abril de 2018.