Al final de la guerra fría,
cuando el mundo se ponía al borde de la destrucción mutua nuclear, el Reloj del
Apocalipsis –o del Fin del mundo- se puso a tres minutos de la hora cero.
Posteriormente llegó a ponerse a más de un cuarto de hora del apocalipsis. De
acuerdo, mide el riesgo de la destrucción nuclear, y ahora incluye el cambio
climático y el tecnológico, también debería incluir el coste del
desmantelamiento de las centrales nucleares llegadas al fin de su vida útil.
Para evitar riesgos hay que prever ese gasto de mantenimiento de instalaciones
improductivas. El caso es que en su última actualización de ese terrorífico
reloj se ha vuelto a situar a tres minutos de la medianoche.
Hay una bomba debajo de nuestros
pies, una bomba de 200 megatones. Recuerden que las bombas de Hiroshima y
Nagasaki eran de unos quince kilotones cada una. Un megatón son mil kilotones.
Los doscientos megatones son de deuda acumulada mundial, el Mundo se debe a sí
mismo 200 billones de dólares. Un billón es lo mismo que mil millones de
millones. Números inasumibles para la mente humana normal. Un paso en falso y
nos autodestruimos. La deuda, por definición, debe generar crecimiento y
desarrollo. ¿Qué pasa si el mundo se para? ¿Qué pasaría si el crecimiento
global del PIB es inferior al tipo de interés medio pagado? Teniendo en cuenta
que el PIB mundial es de aproximadamente ochenta billones al año, y si
dedicamos un diez por ciento del mismo a servicio de la deuda, resulta que
hemos anticipado consumo por más de treinta años. Vamos que la generación
digital, la Generación Z como la llaman ahora, se jubila y todavía sigue
pagando las deudas de sus abuelos. Y aquí no vale recibir la herencia a beneficio
de inventario. Todo va a depender del efecto apalancamiento de donde se ha
invertido la deuda - el crédito-. Y me temo que el mundo financiero se ha
separado enormemente del mundo real.
Desde el inicio de la crisis en
2007 la deuda financiera mundial se ha elevado en casi un cincuenta por ciento.
El PIB mundial no se ha elevado en esa cantidad y encima se ha ralentizado.
Algo ha pasado que no cuadra. Esta inmensa deuda está dañando el crecimiento.
Durante la crisis se ha pretendido salvar el crecimiento y el sistema
traspasando deuda financiera privada a pública. Una parte de la misma está
ahora en manos de los bancos centrales por mor de las facilidades financieras
otorgadas. Es hora de sacar a la luz pública el discreto debate que la academia
está desarrollando discretamente sobre restructuración ordenada de deuda y
ralentización del crecimiento global. Al mundo le ocurre lo mismo que a las
familias y los Estados: No pueden gastar más de lo que ingresan y producen ¡Esa
es la bomba! El globo está tan hinchado que cualquier decisión errónea lo puede
explotar. Hay que quitar tensión en el sistema. Hay que pensar en cancelar
“gratis et amore” una parte importante de la deuda pública en poder de los
bancos centrales, generará capacidad de crecimiento y favorecerá la inflación,
una especie de helicóptero que regará liquidez a gobiernos y bancos para gastos
e inversiones productivos. Se trata de parar el reloj y bajar tensión de este globo global.
La nueva geopolítica poliédrica
llena de aristas basada en la sigilosa lucha de las, viejas y emergentes, “meganaciones”
por la influencia y el control zonal del mundo. A pesar de este plano mundo
global, los líderes no han subido el escalón necesario para tener una visión
global del problema. Esta globalidad general se puede convertir fácilmente en
una Torre de Babel, que caerá, no por los idiomas, sino por el egoísmo
nacionalista de los poderosos; y mientras tanto destruyendo la estructura
social creando menos muy ricos y más “míseros paniaguados”. La bomba está cebadando día a día:
ralentización del crecimiento por la propia ley de los rendimientos marginales
decrecientes, sueldos de sobrevivencia que impiden las políticas de aumento de
consumo, deflación general que impide desapalancamiento financiero de personas
y organismos públicos y privados, robotización masiva inminente y otras. Por
eso, y otras cosas, la teoría económica está deviniendo en obsoleta ¡Los 200
megatones están a tres minutos! ¡La bomba!
¡Hala, que les vaya bien! Hasta
el mes que viene. Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a
domingo, 24 de abril de 2016.