CICLO “LA GAVETA, 2ª TEMPORADA”
COMENTARIO Nº 41 DE 28 DE OCTUBRE DE 2010
Voy a seguir hablando de los pilares de este país y de esta civilización europea, voy a hablar de los pilares de la economía y la sociedad. La economía es claramente una ciencia social y humanística, porque es una ciencia en la que no se pueden hacer experimentos antes de aplicar medidas y teorías. No puede existir un economista tecnócrata, el que así se crea o es un mal economista o es político. La aplicación directa y estricta de recetas y fórmulas lleva inevitablemente al fracaso. Sin lugar a dudas la experiencia y el conocimiento de situaciones anteriores ayuda a entender el problema, pero la solución hay que escribirla cada vez. Al fin y al cabo toda ciencia avanza sobre el trabajo y la experiencia de los anteriores.
La semana pasada terminaba con una posdata de Robespierre, el de la Revolución Francesa del siglo XVIII, pretendí poner de manifiesto que estamos viviendo un periodo extraño en el que nada va a ser igual, la cita hay que ponerla en el contexto actual y no leerla al pie de la letra. La cita dice: “La teoría del gobierno revolucionario es tan nueva como la revolución que la ha traído. No hay que buscarla en los libros de los escritores políticos, que no han visto en absoluto esta Revolución, ni en las leyes de los tiranos que contentos con abusar de su poder, se ocupan poco de buscar la legitimidad; esta palabra no es para la aristocracia más que un asunto de terror; para los tiranos, un escándalo; para mucha gente un enigma. El principio del gobierno constitucional es conservar la República; la del gobierno revolucionario es fundarla. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte”. (Robespierre), no la malinterpreten no es la revolución que sale en las películas lo que está detrás es una revolución del pensamiento.
En la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias hubo dos oradores cuyas palabras me impresionaron. Amin Maalouf, premio de Las Letras, y Zygmunt Bauman, co-premio de Comunicación y Humanidades. El primero, Maalouf, definió lo que estamos viviendo como una “época descarriada”, y el segundo, Bauman, definió la situación como “modernidad líquida”. Magníficas descripciones de lo que estamos viviendo, una etapa en la que todo lo que parecían pilares de la economía y la sociedad parece que ya no son tan sólidos, que se licuan. ¿Hay algo más líquido que el espacio viral de internet? El sistema financiero parece licuarse y los Estados se han vuelto viscosos. Ya no hay verdades absolutas. El mundo se ha vuelto plano y ahora las cosas son de otra manera y salvo una nueva Torre de Babel no volverán a ser como eran antes. Pero el que de verdad puso un camino sobre la mesa fue Alain Tourán, el otro co-premiado de Comunicación y Humanidades, al decir que el camino está en “conjugar la diversidad de las culturas con el universalismo de los principios y derechos fundamentales”. Otra vez Principios, principios y más principios. Como dijo el Príncipe, en el indicado acto: “Hemos perdido la brújula”. Esa es la reflexión que tiene que hacer esta sociedad, con o sin “tea party”. En este país hemos estado dos veces a punto de conseguirlo, con Los Comuneros y con la Constitución de 1812, ahora tenemos otra oportunidad. Debatamos, pongamos ideas sobre la mesa, que sea la sociedad civil la que mueva el poder. ¡Nuevas ideas! y ¡Nuevo estilo! Para ello lo primero que hay que enterrar es la dictadura de lo políticamente correcto y empezar a llamar a las cosas por su nombre, le pique a quién le pique ¡Cuando los "sabios" hablan, conviene escucharlos!
Las movidas sociales en Francia me dan envidia, son una sociedad viva. Nos hace falta que arda España, que la gente se desaborregue, que se espabile.
Los millones de parados, la baja en el consumo de las familias, la imagen del país, los políticos y alrededores, etc. Nos está llevando a una situación de sociedad derrotada y sin expectativas. Este modelo se acabó, España se está licuando ¡Tú que piensas hacer! ¡Yo no me resigno!
Gracias por su atención y, a pesar de lo dicho, disfruten de la vida y reciban un abrazo amigo de su amigo,
El Magóez
En Santa Cruz de Tenerife, 28 de Octubre de 2010.