EL MIX ENERGÉTICO 1: ¿CUESTIÓN DE SOBERANÍA?

PLUMA AJENA,  REFLEXION 2, 27 DE JULIO DE 2010


Los que han seguido mis comentarios de “La Gaveta” conocen que llevo bastante tiempo pidiendo que entre los ajustes a realizar de manera urgente se encuentra la cuestión eléctrica, no la tarifaria, sino el poner en marcha una estrategia encaminada a cambiar el actual 85% de dependencia exterior a uno más próximo al 50% de la UE  o la casi autosuficiencia francesa. El Real Instituto Elcano dice en una de sus publicaciones que “España padece una alta dependencia tanto de los hidrocarburos problemáticos (petróleo y gas) como de su importación. Por lo tanto, la economía española es bastante vulnerable a los volátiles cambios en los precios internacionales del petróleo y del gas. Geográficamente, esta dependencia se concentra en países no totalmente fiables ni en sus suministros o en sus políticas. Las perspectivas para el futuro sugieren que el escenario energético se complicará más a medio y largo plazo. Por eso, España debe considerar el reto de diversificar su mezcla energética y de reducir su dependencia de los hidrocarburos como una prioridad nacional”.

Por lo tanto este es un tema que conviene poner sobre la mesa de los debates urgentes porque a medio y largo plazo, que es cuando se consiguen los objetivos, va a pesar sobre la Balanza de Pagos, la competitividad de la economía, el nivel de precios y la la productividad. Si con estos riesgos no se estudia es que estamos cayendo en la trampa de la política bobalicona de los mensajes “electoreros”.

Vale la pena meditarlo

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ENTREVISTA A MANUEL LOZANO LEYVA

Manuel Luis Lozano Leyva (Sevilla, 1949) es un físico nuclear, escritor y divulgador científico. Desde 1994 escatedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear en la Facultad de Física de la Universidad de Sevilla y ha dirigido doce tesis doctorales además de ser autor de más ochenta publicaciones científicas. De su abuelo, que fue cochero de caballos, le viene la afición a la hípica y en la actualidad cría y doma caballos deportivos.
Ha escrito novelas históricas ambientadas en el siglo XVIII como El enviado del rey (Salamandra, 2000), donde reconstruye la vida cotidiana del setecientos en una trama centrada en torno a las minas de mercurio de Almadén, Conspiración en Filipinas (Salamandra, 2003) y El galeón de Manila (Ediciones B, 2006). Ambientada en tiempos actuales: La excitación del vacío (Diagonal, 2003).
También ha escrito éxitos de divulgación científica como: El cosmos en la palma de la mano (Debate-Mondadori 2003), De Arquimedes a Einstein: Los diez experimentos más bellos de la historia de la física (Debate-Mondadori, 2005), Los hilos de Ariadna: diez descubrimientos científicos que cambiaron la visión del mundo (Debate-Mondadori, 2007) y ha realizado una serie de divulgación científica de trece capítulos para televisión: "Andaluciencia".

A.M.- Objetivamente ¿qué está más cerca? ¿Encontrar una manera de deshacerse de manera limpia de los residuos radiactivos o de explotar y almacenar eficazmente la energía renovable?
M.L.L. – Si “objetivamente” se supiera lo que usted pregunta, el debate estaría resuelto porque no habría más que planificar ese futuro. Lo que hay que afrontar es que mientras se solucionan esos problemas, la energía nuclear impide que el carbón, el gas y el petróleo sigan contaminando y empeñando la soberanía e independencia de Europa y las renovables apenas contribuyen a ello.
M.A. – ¿Dónde encontraré más radioactividad, en la chimenea de una central térmica clásica de quema de carbón o en las de una central nuclear?
M.L.L. – Siempre sorprende que la respuesta sea que contamina radiactivamente más una central de carbón que una nuclear. En la naturaleza hay muchísimos más elementos radiactivos que estables. Están en todas partes. Por ejemplo, en un plátano hay potasio 40 que sufre unas 500 desintegraciones por segundo. El carbón que se saca de las minas no se purifica y por ello lleva un montón de elementos radiactivos que se esparcen en la atmósfera cuando se quema. Son cantidades muy pequeñas, pero el humo que sale de la torre de refrigeración de una central nuclear no es más que el vapor de agua del aire que contiene. Si la central se enfría con un río, un embalse o el mar, no sale ni eso.
A.M. – Si sumamos los costes de extracción y enriquecimiento del uranio y de las infraestructuras necesarias para que funcione una central ¿sigue siendo la energía nuclear una energía barata? En este sentido, ¿un crecimiento considerable del número de centrales no convertiría el uranio en un recurso demasiado caro?
M.L.L. – Sigue siendo extraordinariamente barata por más que la inversión inicial sea muy alta contando todo lo que usted apunta, lo cual, por cierto, no suele hacerse con las fósiles y, mucho menos, con las renovables. Le aseguro que construir un molino, transportarlo a lugares inhóspitos, cimentarlos de hormigón, construir caminos y sendas y conectarlos de cables de sección enorme, también cuesta mucha energía y dinero. El uranio puede aumentar de precio, pero sepa que el 95,6% de los residuos radiactivos son uranio que no se reprocesa y extrae porque el precio del nuevo es muy bajo. Si este aumentara, se reprocesaría. También están los ciclos nodriza o criadero, que producen más combustible del que se carga en el reactor. Por otra parte está el ciclo del torio, mucho más abundante que el uranio. La producción de electricidad con energía nuclear nunca tendrá un problema de combustible.
M.A. – Existe un miedo irracional hacia las nucleares, se diría que hay quien piensa que si algo sale mal en algún reactor, se podía encontrar de pronto con el temido hongo nuclear típico de las explosiones armamentísticas asomando en su jardín trasero. Esto no podría suceder jamás ¿verdad?
M.L.L. – Eso va tan en contra de las leyes de la física como decir que un avión comercial, por despiste del piloto, puede subir tanto como para ponerse en órbita primero y llegar a la Luna después. Lo más grave que le puede pasar a una central es lo que ocurrió en Chernóbil (ni eso, porque Chernóbil no tenía edificio de contención como tienen todas las centrales europeas y casi de todo el mundo) y fue un incendio, no una explosión.
A.M. – En su libro, usted enumera algunas situaciones en las que la seguridad estaba presuntamente garantizada al 100% y el factor humano terminó por provocar una situación de riesgo. Conociendo la ambición humana, ¿no es un poco ingenuo hablar de métodos seguros al 100% por mucha seguridad pasiva que se quiera poner? (Siempre habrá algún país o alguna empresa que descuide algún detalle por determinados intereses)
M.L.L. – Cierto, eso pasa con todas las industrias, piénsese en la química o la aeronáutica. Ciñéndonos a la industria de la energía, la nuclear se ha mostrado como la más segura con creces. En España, por ejemplo, en varias décadas que llevamos produciendo energía nuclear, jamás ha habido ningún afectado, no digamos heridos o muertos. Ninguno. En el Reino Unido se dice que la central de carbón de Didcot ha producido muchísimos más muertos que Chernóbil. Si cuenta los muertos en las minas de carbón, en los incendios de al menos dos plataformas petrolíferas, los ocasionados por el petróleo, etc., la energía nuclear gana la partida de la seguridad espectacularmente.
M.A. – ¿Cree usted que un horizonte energético totalmente dependiente de fuentes verdes o renovables es factible?
M.L.L. – ¡Ojalá! Lo que me fascina es que haya quien diga que para el 2050 será así. No tienen ni idea de lo que es la historia de la ciencia y la tecnología. ¿Predijo alguien el transistor? ¿Y los teléfonos móviles o Internet? ¿Por qué predicen ésos cosas como las que usted dice? En Alemania hay instalados diez millones de metros cuadrados de paneles fotovoltaicos para generar ¡el 0,4% de la electricidad producida! ¿Se hacen extrapolaciones en base a esto o a desiderandos tecnológicos no contrastados? Es pura ideología política sin nada de consistencia científica y menos tecnológica. Decir eso contra las nucleares es, sin ambigüedad ninguna, apoyar firmemente el carbón, el gas y el petróleo.
A.M. – Teniendo en cuenta que al final se trata de mover una turbina como en una vulgar máquina de vapor, ¿no son todo este tipo de energías una antigualla? ¿No nos saldría más a cuenta invertir e investigar más en materia de nuevas energías?
M.L.L. – Claro que hay que investigar siempre, pero mientras… ¿podría usted apuntar alguna alternativa aunque sea sacada de la literatura de ciencia ficción? La más moderna, eficiente y de más amplio futuro en cuanto a variedad de diseños, es la nuclear.
M.A. – Recientemente Charles Seife, un reconocido escritor y divulgador estadounidense, ha publicado un libro totalmente pesimista sobre la posibilidad de que la fusión nuclear llegue algún día a dominarse. En su opinión deberíamos dejar de invertir dinero en proyectos como el ITER porque “siempre faltarán 50 años para que la fusión sea factible como método de generación de energía”. ¿Es usted tan pesimista como él?
M.L.L. – El pesimismo en ciencia se ha de cuantificar, si no terminamos con brindis al sol. La investigación en fusión nuclear empezó a escala nacional: cada país desarrollado, incluida España, tenía su propio programa nacional y su instalación experimental. Los resultados fueron tan prometedores que se subieron las inversiones y escalas experimentales a nivel europeo con el JET (Joint European Torus). Los resultados de este junto con los japoneses, estadounidenses, etc. siguieron siendo tan prometedores que se ha pasado al nivel internacional: el ITER. Todo dependerá de los resultados que se obtenga con este experimento. ¿Quién puede decir cuáles serán? Lo del pesimismo u otros estados sicológicos no cuenta en ciencia a menos que se busque notoriedad. Por cierto, hasta ahora no había oído nombrar al tal Seife, y le aseguro, con toda modestia, que si fuera un experto en física o tecnología nuclear seguramente tendría noticia de él.
A.M. – Sobre los residuos nucleares, es posible que aún haya espacio suficiente para dejarlos en algún rincón que no moleste. Pero la Tierra tiene un espacio limitado, ¿cuál es el límite de almacenamiento de residuos tolerable? Es decir, ¿cómo de alejada en el futuro tiene que estar la primera generación que se enfrente al problema para que no nos afecte? ¿Nuestros biznietos quizá, nuestros tataranietos? Confiar en el hallazgo de un método para desactivarlo, ¿no es una apuesta en la que arriesgan otros?
M.L.L. – Un almacén del porte de un estadio de fútbol da para almacenar todos los residuos radiactivos de Europa producidos en siglos con muchas más centrales de las que hay ahora. Ya nos gustaría que esa localización, gestión y control fuera posible para los residuos de todas, absolutamente todas las demás industrias. Le recuerdo que el dióxido de carbono permanece en la atmósfera entre mil y dos mil años. ¿Esa herencia, incluido el posible cambio climático, no le preocupa? A mí tanto que el libro está dedicado a mi nieta: lo he escrito justo y exclusivamente porque prefiero que ella pertenezca a una generación dueña de la tecnología nuclear, tan culta y europea, a que permanezca en manos de los Putin, Buteflika y jeques del petróleo de turno en un planeta ambientalmente amenazado.
M.A. – ¿De verdad que podemos confiar en que los residuos nucleares pueden “reciclarse” para su reutilización como combustible nuclear? Por otro lado ¿Qué opina de las soluciones mixtas que aúnan un reactor de fisión para la generación eléctrica y uno de fusión como destructor de los residuos generados por el primero?
M.L.L. – Lo hacen ya Francia y Japón entre otros. Aún más, la incineración por transmutación nuclear con neutrones está científicamente resuelto y tecnológicamente hay avances realmente significativos aun siendo un problema extraordinariamente complejo. La solución que usted apunta de un reactor de fusión con varios satélites de fisión hace mucho tiempo que está diseñada. A mí ese tipo de centralización de la generación de electricidad no me gusta mucho por cuestiones de poder: quien domine un complejo de esos domina mucho. Si es un estado democrático, muy bien, pero si es una dictadura o vete a saber, es casi tan preocupante como los jeques y sátrapas del gas y el petróleo que le apunté antes.
— Fin —


2 comentarios:

  1. JOSÉ ALBERTO, EN UNO DE SUS RÁPIDOS Y ACERTADOS COMENTARIOS, ME DICE EN FB:

    "Difícil tema para un debate sereno, terreno abonado para la demagogia... (y en este caso, nada de "demagogia barata": cara, muy cara)"
    27/07/2010 21:14 en magoez.blogspot.es

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  2. A. M. me dice en FB:

    "me refiero a la importancia de la energia en general y en particular del petroleo en la economia actual.
    creo que las energias limpias estan demasiado subvencionadas a veces no son tan limpias nunca se habla de la enegia que se necesita para generar el hidrogeno por ejemplo....
    un abrazo"
    14/09/2010 23:57 en magoez.blogspot.es

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