Ventajas de la edad, todavía
recuerdo cuando las latas de galletas, el recipiente, se devolvía al ventero;
todavía recuerdo cuando los cascos de las cervezas y del “orange” se pagaban al
comprar y te devolvían su importe al retornarlos. Todavía recuerdo como los
pantalones usados del padre se reutilizaban pare el hijo quinceañero. Recuerdo
ir a comprar jamón de York y te cortaban las lonchas al gusto y las envolvían
en papel encerado, recuerdo el queso blanco cortado a cuchillo y envuelto en
papel de estraza. Recuerdo comprar en la pescadería del mercado y el envoltorio
era de periódico atrasado porque la tinta ahuyentaba los gatos. Recuerdo los
cartuchos de las legumbres a granel, todas. También recuerdo, ya en casa, como
había que desliendrar y desempedrar aquellas legumbres. Recuerdo los yogures de
envase de vidrio retornables que solo se compraban en una farmacia junto a la
palmera del parque cuando había un convaleciente en casa. Recuerdo el aceite y
el vino a granel. Recuerdo, con cierta nostalgia, aquellos “panisienes”
rellenos de chorizo de perro o de sardinas que vendían en los carritos.
Recuerdo cuando antes de los kioscos los carritos se guardaban todas las noches
en un garaje. Recuerdo aquellas guaguas azules y rojas con carrocería de cartón
piedra y bancos de madera. Recuerdo el pollo de los domingos y fiestas de
guardar. Recuerdo las neveras de hielo. Recuerdo que las frutas y verduras eran
verdaderamente de proximidad y realmente de temporada. Ventajas de la edad.
Recuerdo que con el ahorro y el
esfuerzo de nuestros padres pudimos estudiar en un colegio de pago, también que
mi padre tenía dos o tres empleos para poder llegar a fin de mes. Poco a poco
todo aquello fue cambiando a mejor. Poco a poco murieron las ventitas de la
esquina, los supermercados cambiaron la presentación y el envoltorio de los
productos, el plástico se fue imponiendo. El cartucho dejó paso a la bolsa de
plástico. La fruta y las verduras empezaron a venir de lejos. La verdad que la
cosa mejoró mucho, casi nos sentíamos ricos, cuando la verdad es que solo
éramos nuevos ricos. Seguimos mejorando y adquiriendo un barniz de modernidad y
consumismo cada vez mayor. Nos inventaron la tarjeta de crédito y mataron al
patrón oro, caímos en las garras del mundo financiero, nos necesitaba como la
Peruvian Company necesitó a los indios; para endeudarnos y deberles siempre
dinero. Nos creimos felices y que aquello era para siempre. Y gastamos y
seguimos gastando, y despilfarrando recursos, y llegó el momento en que el
mundo se quedó pequeño. Como todo era fácil llenamos el mundo de restos de
envases, plásticos y botellas, llenamos el aire de gases perniciosos y la
generalidad de la gente se apoltronó. Además todo era deuda financiera y el
bienestar también.
La cosa hizo crack y las finanzas
se desplomaron, la gente se dio cuenta que estaba gastando de más, los
gobiernos tenían un agujero inmenso, y las empresas también. Hubo que parar y
pensar, al menos algunos. Los financieros pusieron simplemente un parche y
siguieron, la gente descubrió que el año próximo sería peor que el actual, las
empresas recortaron y empeoraron la situación de la gente. La Peruvian Company
de turno bajó el sueldo de sus indios y no les perdonó las deudas. La gente se
dio cuenta de que el mundo solo era plano para los financieros y sus allegados,
que la democracia y la libertad solo estaba implantada en una pequeña parte de
occidente, el resto, la gran mayoría vivían bajo el yugo de déspotas mas bien
poco ilustrados, el mundo no era plano ni equitativo, grandes poderes luchaban
por la hegemonía global o local.
Ahora hemos descubierto, mas bien
a la fuerza, que hay que medir el gasto, que los productos de proximidad son
mejores y mas sabrosos, que es bueno que compremos lo que producen los vecinos
porque el beneficio se queda en la zona y no lo enviamos al otro lado del mundo
para que nos acaben comprando. Hemos descubierto que el mundo es física y
económicamente finito y que no podemos machacarlo, que corrimos mas que la
tecnología aplicada. Que esto hay que arreglarlo y que los desperdicios, como
hicieron nuestros padres, se pueden poner en una lata grande y vieja y darle de
comer a los cochinos, seguramente no será así literalmente pero habrá un
contenedor marrón para ello. La comida del cochino es el paradigma de la nueva
economía circular.
Desde Las Medianías, que es mi sitio,
marzo de 2019.
¿Vuelta al pasado? Difícil. Yo, por ejemplo, recuerdo que mi padre criaba pollosy gallinas en una esquina del jardín de casa, y el Domingo iba uno a la paella. Recuerdo las lentejas sobre la mesa de la cocina y ayudar a separar las piedrecitas. Pero ahora no se dispone ni de espacio, ni de tiempo. Eso si, hemos cambiado el "animal", pero ya no es un cochino, es un político o un burócrata. Con el agravante de que estos no se comen, mas bien, ellos comen de nosotros.
ResponderEliminarNo dejo de sorprenderme de lo bien que describes las situaciones del pasado con este presente y el nuevo futuro, al capitalismo no creo que le queden mas de dos décadas luego Dios dirá.....
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