Publicado en LA GAVETA ECONÓMICA #31
Ahora todo el mundo redistribuye
lo que no es suyo. Así es fácil redistribuir. A lo largo de mi vida he sido
redistribuido cientos de veces; todos los meses, todos los años y casi siempre.
Yo me siento el redistribuido perfecto. Con mis ingresos del trabajo he sido
capaz de sacar adelante a mi familia, sin grandes lujos, y al menos a otra
familia promedio. En bastantes años el total de mis pagos directos e indirectos a
la Hacienda Pública han estado por encima del salario medio nacional. No me
parece mal, me parece hasta justo, pero lo que fastidia es que te redistribuyan
a la fuerza. Lo estoy contando desde un punto de vista aséptico y objetivo, en
lo más profundo de mi corazón me parece bien y justo… pero en muchos casos lo
hacemos bajo la amenaza de multas, sanciones e intereses de demora, claro que
peor era en tiempos pretéritos cuando no pagar les “diezmos y primicias” era
motivo de excomunión.
Que quede claro que a mí me parece
razonable y justo que en los impuestos indirectos haya progresividad fiscal en
todas las rentas obtenidas. No me gusta tanto, más bien nada, que mis impuestos
vayan a pagar salarios por no trabajar. Tiene que haber una línea de equilibrio
que maximice el potencial del conjunto social. No quiero vividores, quiero que
la gente tenga una vida digna al margen de su suerte y oportunidades
personales, si hay que ayudar se hace y punto. Todo tiene el mismo límite en economía
política: Que impere el sentido común y que todos participemos de un proyecto
común, político e intelectual, que comience por mejorar los campos y las gentes
de nuestra aldea.
Todo empezó en el siglo XIX con la
lucha de clases, cuando el socialismo utópico, pretendía igualar rentas y
oportunidades. Lo que empezó como una idea políticamente sano se fue
convirtiendo no solo en monopolio del Estado sino que también devino en un modo
de control social. La clase política robó a la sociedad la caridad bien
intencionada, posiblemente con un poco de razón. La cosa siguió evolucionando y
perfeccionándose, la cosa acabó en lo que la Constitución llama economía social
de mercado, un eufemismo de la idea
socialdemócrata de estado del bienestar. Hasta aquí bien. Hay otros modelos
como el americano en el que el estado tiene un papel menos y la sociedad civil
tiene asumido que entre sus obligaciones está el tener una caridad voluntaria y
organizada. Va en la educación y la forma de entender la vida.
Sigo de acuerdo con todo lo que
hasta aquí he dicho. Pero la cosa se complica cuando la palabra redistribuir se
convierte en mantra político. Mantra a todos los niveles. Se convierte en
peligrosa manía cuando hasta los concejales de pueblos y ciudades se empeñan en
conjugarla. Hay bonificaciones en los billetes y abonos de transporte público
en función de la renta y del estatus, hay bonificaciones, que pago con mis
impuestos, en matrículas de estudios, hay bonificaciones en espectáculos
culturales en función de la renta de los asistentes, bonifican las entradas a
los museos, hay viajes lúdicos subvencionados a determinados colectivos, hay…
ocupas de presupuestos. ¿Por qué hay que subvencionar el “negocio del
espectáculo”? ¿Si ganan dinero comparten los beneficios?
El caso es que no solo me he
pasado la vida siendo redistribuido, cada vez más, sino que por mor de mi renta
me han vetado posibilidades de acceder a algunos servicios, como el negarle a
mis hijos colegio mayor porque el padre gana mucho, como el negarme deducciones
en impuestos por ganar más de una cierta cantidad anual, como pagar más por las
medicinas en la farmacia… Y yo me pregunto: ¿No pago un impuesto progresivo
sobre la renta? ¿Por qué me discriminan dos veces? Un error repetido no se suma
se multiplica. Las posibilidades de ser exageradamente redistribuido aumentan
exponencialmente. Lo grave del caso es que los beneficiarios entienden este
complemento salarial como un derecho irrenunciable, no entienden que este
impuesto negativo se lo pagan otros usuarios del sistema.
Al paso que vamos cuando mis hijos
vayan a pagar el entierro de mi cuerpo cientos de veces redistribuido, les
dirán. “Pague dos y llévense uno”
¡Hala que les vaya bien! Hasta el
mes que viene. Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a
domingo, 27 de mayo de 2018.
Así han terminado con la "clase media" estos cabestros que nos gobiernan (Todos desde Ministros hasta los concejales de pueblo y ciudad)
ResponderEliminar... y, mientras tanto, los vividores del presupuesto colgados al mismo.
ResponderEliminar¡Ojo! Que no me quejo de los que lo necesitan sinode los "vividores".