Una competencia imperfecta, pero
competencia al fin y al cabo. La competencia perfecta no deja de ser un mito
teórico, una utopía. La competencia se distorsiona por multitud de pequeños
factores que no voy cansarles con su relato. Nos tenemos que conformar con la
menos imperfecta de las competencias. Siempre he pensado que los Gobiernos
están para no molestar, para garantizar derechos y servicios (no para
prestarlos) y para evitar desviaciones de poder político y/o económico.
¡Que angustia! Hormiguitas pisadas por la bota de las corporaciones gigantes |
Malestar y sensación de
impotencia, de ser la parte más débil del sistema, de sentirnos
casi-manipulados y de que individualmente no somos nadie, forma parte del
pensamiento cotidiano de muchos ciudadanos. Sentimos que fuerzas poderosas se
imponen en el mercado, sentimos que nadie nos protege. Esta sensación no es
nueva. Así lo sintieron ciudadanos de finales del siglo XIX en los Estados Unidos con el poder adquirido por las
grandes empresas petroleras y de ferrocarriles que crecieron y crecieron hasta
llegar al poder casi omnímodo de un monopolio comercial. Los ciudadanos y las
pequeñas empresas se sentían muy incómodos, no les llegaba el salario a los
trabajadores y las empresas no veían la manera de subsistir razonablemente,
cada día desaparecían unas cuantas por los precios impuestos por las nuevas
corporaciones que crecían, crecían y parecía que se adueñaban de todo. Parecía
que los poderosos empresarios tenían más poder que el propio Gobierno, la gente
normal tenía la sensación de que la clase política obedecía ciegamente a las
poderosas presiones de estos personajes propietarios de las corporaciones y, en
gran medida, así era ¡Que angustia! Hormiguitas pisadas por la bota de las
corporaciones gigantes. En Europa ocurrían cosas y casos parecidos, a ese
periodo corresponde tanto el auge del sindicalismo de clase, como el desarrollo
del socialismo utópico que deviene en comunismo y revolución; tanto es así que
hasta la Iglesia se interesa sobre el tema de la doctrina social del trabajo en la encíclica Rerum Novarum de León XIII (de1891) y, en el peor de los
cabreos, lleva hasta el anarquismo a parte de la población indignada.
En este estado de angustia se
encontraba la opinión pública cuando un senador de los Estados Unidos, no
sabemos si motu proprio o no, lleva al Senado una ley anti monopolios, el
senado aprueba en julio de 1890 la conocida como Ley Sherman Antitrust, la
primera ley que trata de evitar la posición de dominio ejercida por las grandes
corporaciones y las alianzas entre ellas (el trust). Cumplió su efecto
razonablemente obligando a parcelar algunas grandes empresas, evitó fusiones y
adquisiciones monopolistas y, lo más importante, bajó los precios de productos
como la gasolina en casi un ochenta por cien. Fue mejorada en 1914 por la Ley
Clayton. Lo más importante es que la Ley Sherman sigue vigente ¡Sí, sigue
vigente! En la Unión Europea está vigente el Reglamento (CE) 1/2003 de El
Consejo sobre estos asuntos. Hay momentos es que es conveniente elegir entre la
economía eficiente y la economía equitativa. El grado de indignación y de
desasosiego puede ser un buen termómetro para revisar medidas. Ha llegado el
momento de dejar de escuchar, por un tiempo, a los lobbies y escuchar a los
ciudadanos consumidores.
Nos sentimos abrumados porque
unas “apps” quieren elegir por nosotros seguros, pisos, viajes y vacaciones, el
frutero de la esquina, y el librero de al lado, no pueden competir con “ese”
monstruo comercial mundial que acabará llegando a casa con drones. Si hasta tu
“red social” quiere ser tu banco y tu secretaria. Todo esto a nivel global da
miedo, ya no tienes secretos. Si un día buscas en internet un posible coche o
utensilio, luego durante mucho tiempo la única publicidad que te aparece es la
de ese coche o utensilio que buscaste. Tiemblen y siéntanse pequeñas hormigas.
La situación empieza a ser más injusta que la que propició la Sherman Act. Ha
llegado el momento de que nuestros representantes se vistan por donde se tienen
que vestir y actúen. Como decía en el último comentario todos queremos ser
cromagnones pero “ellos” quieren convertirnos en “trabajadores delta” y
“consumidores beta” ¡Quítenles ese poder omnímodo! La Ley Sherman y concordantes
están en vigor ¡No nos dejen solos y acongojados!
¡Hala, que les vaya bien! Hasta
el mes que viene. Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a
viernes, 29 de enero de 2017.
PD.) Llegó Trump. Más imperfecta
aun.
Notoriamente ilustrativo, amigo Magóez. El contenido de tu última libreta, siempre invita a leer la próxima. Un abrazo
ResponderEliminarTRABAJAMOS MAL PAGADOS, NOS VAMOS DE VACACIONES DONDE NOS DICEN LAS LOWCOST, A LOS HOTELES QUE DICE INTERNET, ... COMPRAMOS LO QUE NOS METEN POR LOS OJOS, LO QUE SE IMPORTA DE NI SE SABE, TODO ES SUCEDÁNEO DE LO ORIGINAL, ¡SOLO LOS MUY RICOS COMEN PRODUCTOS ORIGINALES! SI NO PUEDES PAGAR CHAMPÁN Y BUEN VINO TIENES EL CAVA Y EL TETRABRIK. LA ESCLAVITUD HA RETORNADO Y EL POPULACHO SE CONFORMA CON "CIRCO" Y MIGAJAS.
ResponderEliminarLos Gobiernos ha perdido la batalla, las grandes corporaciones internacionales manejan las finanzas y además valoran y clasifican la "deuda de los Estados". El que no hace caso al "poder central" es duramente irradiado del estatus de las naciones. Por eso estoy de acuerdo con Magóez que esto hay que cambiarlo. Una pregunta: ¿Qué queda del capitalismo tradicional? ¿Para qué sirve la democracia?
ResponderEliminar¡Es verdad! ¡La gran bota nos aplasta!
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