CICLO “LA 2ª GAVETA”
COMENTARIO Nº 26-2ª,
18 DE JULIO DE 2013
Penúltimo comentario de temporada. Está meridianamente
claro que esta semana es difícil encontrar un tema del que hablar que tenga un
cierto cariz económico. El ruido aumenta y aumenta. Estamos, sin darnos cuenta,
juzgando una época y un ambiente de nuestra reciente historia. El “mini impeached”
se ha adueñado de nuestras vidas, nadie sabía nada y todos sabían todo, así han
vivido y han crecido. No lo quisieron cambiar. La comodidad en la euforia de
“bares y cenas” para todos trae estos justos sustos y disgustos. Aquí son
culpables tanto los dantes como los recipientes. Los acusadores se han
embolsado tantos beneficios como los conseguidores. Era injusto y así debe
juzgarse rápidamente. Debe de terminarse y empezar una nueva vida más acorde a
las necesidades del país. El gran dilema es que probablemente el que ha fallado
en parte es el sistema propuesto en la propia Constitución, el “café para
todos” ha sido nefasto, ha sido café para todos y el régimen no ha cambiado
porque no ha periclitado el anterior. ¡Siempre una chapuza, los cambios de
nombre no cambian formas y estructuras! No solo se trata de señalar y juzgar,
si hay materia, el verdadero problema es que hay que buscar un nuevo camino. El
político no puede vivir como un banquero, ni un sindicalista como un rico, ni
un cura como un laico, ni un viejo como un joven en esas y otras trampas hemos
caído. La democracia es otra cosa, posiblemente una parte importante de esta
crisis económica está debajo de esas mantas de las que nadie tiró a tiempo y
muchos lo conocían. Es el momento de la cabeza fría y al toro. Ya no es la
economía es el momento de la confianza mutua, es el momento de la verdadera
convivencia. Desde la “paz de Utrech” con el fin de la guerra dinástica este
país está en permanente crisis de identidad y no aguanta mucho más.
Europa está incompleta, a medio construir, más parece una
parodia que una estrategia común. El chorro de dinero ha sido un poco, muy poco,
más eficaz que el enviado a Haití tras el terremoto. Los mismos defectos y
siempre alguien de fuera, o de dentro, que sale ganando. Europa ha pecado de
ineficacia absoluta en el control. Puentes paralelos, una estación de autobuses
en medio de un páramo, reformas de edificios recién construidos, todo con una
visión electorera y no estructural y estratégica. También son culpables. Un
banco que no es banco, un parlamento de fuegos artificiales que no controla ni
elije gobierno, un… y un. No hay ni criterio ni verdadero gobierno. Parte del
problema y parte de la solución. Hay que encontrar un nuevo camino, también
para Europa.
En la calle, donde estamos la mayoría, la cosa se empieza a
mover. Se marcan nuevos caminos más directos y menos engorrosos. Los mercadillos
de venta directa se multiplican, los centros de intercambio también. Se vuelven
a cultivar verduras en los jardines y hasta en los balcones (¿quién lo hubiera
dicho hace unos años?), la solidaridad tipo bancos de alimentos y cáritas
sustituye a los gobiernos desbordados, la financiación entre particulares
empieza a aparecer. La gente se siente aplastada por el gran número de normas y
prohibiciones, la gente no entiende de recortes mientras se mantienen
situaciones privilegiadas, la gente quiere un buen uso de los recursos que
aporta al sistema. La gente empieza a encontrar su camino y entonces ¿para qué
servirá lo público? Habrá que encontrar una nueva definición de lo público para
la nueva era.
Reconozco que esta semana me he ido de la economía
totalmente, pero es de tal calibre el derrumbe de lo que veo a mi alrededor que
me hace poner en duda muchas cosas en las que quería creer. Considérenlo una
disquisición coyuntural y nada más. ¡Pero es que hay tantas cosas que arreglar!
La próxima semana volveremos a la economía y sus alrededores.
Gracias por su atención y sean felices, si pueden. Reciban un
fuerte abrazo de su amigo,
En Las Medianías, que es mi sitio, a Jueves 18 de Julio
de 2013.
Postdata: ¿Para qué
decir algo más?
Después de treinta y tantos años por fin he descubierto como es la "política" de nuestros políticos. Lo que es malo al norte de Despeñaperros, no lo es al sur, y viceversa, o sea, lo del ascua y la sardina. En cuanto al "café para todos", mientras ha habido "azúcar", medio ha funcionado. Pero, cuando se ha acabado el "endulcorante" se ha vuelto amargo y desagradable. Y encima, muchos de los que mandaban en el azucarero solo miraban su taza.
ResponderEliminarMenos mal que alguien dice que ESTA CONSTITUCIÓN DE CAFÉ PARA TODOS ¡NO SIRVE!. Hay que cambiar la constitución y PONER GOBIERNOS QUE GOBIERNEN CON CRITERIOS CLAROS. A todos los políticos yo los tacharía de cobardes frente a los grandes retos del País. Creo que ha llegado el momento de investigar y pensar alternativas y CAMBIAR LO QUE SEA NECESARIO.
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ResponderEliminarMagoez, una vez más "toché"!... Tocada, confieso que estoy tocada. Hace días que ando dando vueltas a algunas preguntas incómodas a las que no encuentro respuesta, aunque pienso seguir insistiendo. No sé si puedo decir que me gusta tu comentario de esta semana. Ya sabes, los cambios por definición dan miedo y eso de "nuevos caminos" implica cambios, espero que cambios profundos. Estos días al hilo de los casos de corrupción, despilfarro, poca vergüenza públicos y los datos económicos a los que ya es imposible prestar atención porque la rabia y la impotencia me desbordan, me he preguntado cosas que me da hasta miedo preguntarme... Algunas curiosamente tienen que ver (o eso me parece) con ese "cafė para todos" del que hablas hoy en tus libretas. Me pregunto qué clase de sociedad hemos construido en la que bienes y servicios tan importantes como la educación y la sanidad son universales, gratuitos y básicamente provistos por el estado. Es lo que conocemos, es lo que impera, pero con muchísimo vértigo me pregunto (e insisto, busco una respuesta que todavía no tengo), ¿por qué no nos los financiamos y proveemos cada uno de nosotros?. Me cuesta entender cómo podemos elegir el coche, la televisión y el móvil que más nos gustan y pagar por ellos y sin embargo, hemos cedido al estado la asignación del colegio en el que estudian nuestros hijos y el médico de cabecera y el especialista que nos atenderán si nos ponemos enfermos. No entiendo cómo hemos renunciado a la libertad de elección y al control sobre asuntos tan íntimos, personales e importantes para nuestra vida. Me pregunto por qué le hemos dado al estado (uffff!..., ¿quién es el estado?, ¿quién lo controla?...) un poder tan absoluto sobre estos aspectos de nuestras vidas. Quizá lo hemos hecho precisamente a cambio de ese famoso "café para todos". Entiendo que el estado debería intervenir sólo en los casos en los que los individuos no tuvieran oportunidad de dotarse de estos servicios, pero no entiendo el por qué de este "café para todos". No lo entiendo porque se ha convertido en un café imbebible, repugnante y de paso injusto con los que menos recursos tienen y no tienen alternativa a este sistema, ineficiente y caro porque desperdicia recursos en su gestión y apestoso porque además, todos los que han tenido oportunidad de robar al calor de esa gestión pública (es decir, de todos y de nadie) han robado y no ha pasado, ni va a pasar nada. Probablemente ese "café para todos" ha calmado nuestras conciencias mientras ha sido posible mantenerlo, pero creo que no es razonable, creo que en esencia, en su propia formulación no es razonable. ¡Que Dios nos pille confesados!. Las cosas tendrán que cambiar porque ya no son sostenibles, pero ése es precisamente el problema, no cambiarán por convicción, lo harán por necesidad y por eso me cuesta ser optimista y confiar en que las cosas cambiarán a mejor. La actual crisis, la situación por la que pasan muchas familias me hace pensar que nadie planteará cambios que impliquen asumir nuevas responsabilidades, asumir nuestro propio futuro y hacernos cargo de nosotros mismos aunque de miedo... Un beso fuerte y una vez más gracias por tus reflexiones.
A mi tampoco me gusta nada esta situación, pero mas miedo da no hacer nada y dejarse llevar por la corriente. Tampoco se si me gusta mi comentario de esta semana.
EliminarSe tambalea una época y nos cuestionamos el modelo constitucional español y reclamamos la necesidad de una constitución en Europa.
ResponderEliminarUn 18 de julio, casualmente fecha del comentario de Magoez, se quiso poner fin a la situación política en España y el proceso de cambio fue muy largo. En 1978 aprobamos la actual Constitución, en su momento la mejor y única posible, ya necesitada de actualización.
No nos engañemos, podemos darnos leyes, modificar la constitución, mejorar el ordenamiento jurídico, pero este país es como es.
Este es el país de Rinconete y Cortadillo, de la siesta y el tinto de verano, de la picaresca (hoy llamada corrupción), de la charanga y la pandereta.
No acierto a encontrar el camino correcto, que por otro lado venimos buscando desde los Reyes Católicos. No nos resignemos ni nos limitemos a criticar y opinar, hay que encontrar el camino del cambio.