“LA CRISIS QUE DOBLÓ LA ESQUINA”


Hace ahora diez años cuando el crac de Lehman Bros. desencadena la gran crisis, y yo me pregunto ¿La desencadenó o la aceleró? Posiblemente ni lo uno ni lo otro. Sencillamente fue el catalizador que aceleró la reacción que ya estaba planteada. Fue una crisis de la parte financiera de la economía porque la economía había llegado a su máxima capacidad de absorción del dinero que se generaba con derivados y asimilados. La crisis de la economía real estaba allí latente, el endeudamiento era de tal calibre que ya no producía mayor producción de bienes y servicios, el mayor endeudamiento ya no ofrecía efecto apalancamiento sobre la producción y, mucho menos, sobre los beneficios y el cash-flow, las deudas dejaron de ser pagables en términos generales. El mercado mundial ya no era capaz de absorber mas bienes y servicios, una crisis de sobreproducción estaba latente, el paro y los bajos salarios se adueñaban del panorama, se estaba dejando de crear puestos nuevos de trabajo y los jóvenes, y algunos mayores, dejaron de tener perspectivas. Ya nadie estaba seguro de que el siguiente año sería mejor que el corriente. El mercado, bastante desregulado, actuó y el sistema financiero hizo lo que tenía que hacer: empezar a quebrar. Los Gobiernos intervinieron.
Los Gobiernos, nacionales y superiores, intervinieron y pretendieron salvar el equipaje de sus nacionales. No se dieron cuenta de que el problema era global y que en gran medida estaba propiciado porque el mercado global no era simétrico. La globalidad existía pero las condiciones de libertad y de regulación eran distintas, el egoísmo y la lucha por aprovechar la coyuntura en beneficio propio propiciaron mayor desorden general. La política a corto plazo se impuso a la política económica. El sistema se saneó pasando deuda privada, de empresas y bancos, a deuda pública. Se paró la primera ola pero se sembró el germen de la siguiente: la crisis de las finanzas públicas ¿Quién saneará sus balances? ¿Volverá otro crac? Me temo que pudiera ser que sí. Estamos sentados sobre una bomba de más de 200 megatones.
En términos macro la cosa parece que se reequilibra no ocurre lo mismo a nivel micro, el suyo el mío y el de nuestro entorno,  ha cambiado. Las cosas son distintas, ahora no tenemos un futuro muy claro, los charlatanes han venido a la política, hemos descubierto las marcas blancas, ya no podemos echarnos un lujo de vez en cuando, la clase media se ha reducido y ahora nuestra sociedad es más frágil ante cualquier coyuntura adversa. Volvemos a ser clase asalariada con pocas esperanzas de dejar de serlo, la movilidad social se ha reducido; ahora trabajando no parece factible mejorar. El sistema ha cambiado, ahora las cosas son de otra manera. La tecnología ayuda a que las cosas sean distintas pero esa no es la causa. La causa está en que el equilibrio global está en un “veremos quién se impone”, en que las cosas han dejado de ser como siempre.
Hace diez años los “sabios” discutían sobre cual tipo de crisis estaba ocurriendo, si en “V”, en “W”, en “L” o incluso en “Escalera descendiente”, nadie lo entendió la crisis era diferente, era de modelo, era de reequilibrio estratégico”, lo de Lehman fue un destello que nos despistó de un nuevo mundo naciente, peor y más complejo. A pesar de los esfuerzos de los Gobierno ya nada volverá a ser como fue. Todavía es posible otra ola, la crisis de la deuda pública y si tienen dudas miren el futuro financiero de Italia y Argentina, esta vez estamos sin armas ni herramientas… ¿Será atajable? ¿Y si no? Juguemos a los nombres de película. 
Cuando era niño jugábamos a los títulos de película imposibles: “Los apuros de un chorizo en alta mar”, “El caballo del malo gana” … y “La bala que dobló la esquina”, pues bien la vida real se acaba imponiendo y tras discutir el tipo de crisis que estábamos viviendo, ahora nos ha tocado sufrir la película “La crisis que dobló la esquina”.   
¡Hala que les vaya bien!  Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a domingo, 28 de octubre de 2018.



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"UN BUEN EMPRESARIO"

Hortensias verdes en Santiniebla

Como todos los años aproveché la canícula para darme un salto hasta la casa de mi “alter ego” en Santiniebla, que bien ganado se tiene el nombre, tan cubierto y neblinoso ha sido el verano que las hortensias han florecido este año en color verde. Ya que me encontraba en la zona aproveche un domingo para acercarme a la augusta Lucus, patrimonio de la humanidad ¡Muy bien cuidada y gestionada! ¡Inmaculada limpieza!, que aprendan algunos que yo me se. Almorzando en una de sus terrazas cosas de siempre del país con actual presentación, me encontré con el conocido Pelúdez y señora; otro hombre de aldea que baja regularmente a la ciudad a tomar sus termas y especialmente conocido por sus crónicas de las fiestas de San Froilán. Sentados a la mesa tuvimos una larga y agradable conversa de sobremesa, tan larga y tan bien acompañada de orujo y "café de pota" que nos dio tiempo para hablar y filosofar de casi todo.
Hablamos de las cosas que pasan, de cómo cambia la sociedad, de lo que pervive y de lo nuevo. En un momento de la charla le conté que estaba bastante triste con la muerte de un buen empresario que conocí y el asunto devino en las cualidades de este tipo de personas:
─Ante todo tiene que ser discreto y trabajador. Tener el alma en el negocio y la cabeza fuera para ver lo que está pasando. Tiene que conocer en profundidad su actividad no solo su negocio. Ser tenaz sin ser obsesivo, ser eminentemente social. Reinvertir la mayoría de sus beneficios en hacer crecer su negocio y ser suficientemente abierto de mente para encontrar actividades complementarias a su actividad que redunden en beneficio del negocio. Invertir principalmente con lo que tiene, buscar socio y gerentes adecuados. No perder nunca la visión de conjunto y crecer en las coyunturas favorables y en las desfavorables asentar, redirigir y prepararse para la siguiente bonanza. Siempre invertir y nunca despilfarrar, nada de aventuras en sectores desconocidos y si tiene que hacerlo con los socios y gestores muy bien elegidos. En su empresa tiene que tener prioridad el conocimiento y la mejora constante, para ello se trata de contratar a los mejores con la más alta cualificación posible, ya crecerán. ─me dijo Pelúdez.
Su vida particular ha de ser frugal y discreta sin grandes dispendios y lujos extravagantes. ─continuó el gallego─ Ha de saber perfectamente que con su estilo de vida está marcando el camino a sus hijos y empleados. Ha de tener un buen vivir sin descuidar el trabajo. Nunca ha de perder la cabeza por muy lleno que tenga el bolsillo. No puede ser avaro ni manirroto. Ha de estar agradecido a la sociedad que le permite vivir. Nunca debe olvidar que vive en sociedad y que cuanto mejor sea esta mejor le irá a él. En cuanto le sea posible ha de dedicar parte de su tiempo a las organizaciones empresariales y otras de su entorno. Sin perder de vista su rumbo debe de favorecer todo lo que redunde en beneficio de sus compatriotas próximos, ha de favorecer el conocimiento y la cultura en la medida de sus posibilidades. El tiempo y su entorno se lo agradecerán, y siempre con la modestia que tiene mantener. Debe tener, y mantener, sus ideales: defenderlos, explicarlos y aplicarlos sin acritud. Además, debe de ser tenaz y discreto en la defensa de sus ideales, sin crear más controversias que las académicas, como lo es en su empresa. Un hombre casi ejemplar.”
─Amigo Pelúdez todas esas y algunas cualidades más tenía este Don Sergio, el empresario del que le hablé, ─le respondí─ también tenía una cualidad que unir a la de buen empresario y es que, además, era buena gente.
Tras darnos cuenta de lo tardío de la hora, pagamos, nos despedimos. Vi alejarse a Pelúdez hacia su pensión,  con su boina calada y su paraguas colgado del cuello de su gabán, ─por si acaso, ─dice siempre. Yo tras atravesar las nubes casi perennes retorné a Santiniebla meditando sobre lo hablado y sintiendo la falta de muchos más buenos empresarios, que algunos hay. Gente así hace siempre falta.
  ¡Hala que les vaya bien!  Un saludo de
En Las Medianías, que es mi sitio, a domingo, 30 de septiembre de 2018.