REFLEXIONES EN EL CANTO ARRIBA,
REFLEXION 9, 5 DE MARZO DE 2015
Han pasado nueve meses desde mi último escrito. Unos
cuantos los pasé en las antípodas, mas allá de puerto escondido. De vez en
cuando es preciso distanciarse y buscar nuevas perspectivas y realizar
introspección creativa, rumiar ideas propias y ajenas.. Es el bosque donde
vivimos, el que nos interesa, los árboles pueden ser mera anécdota y la maleza
puro ruido.
No sabía el verdadero porqué de los gusanos y
mariposas que sentía en el estómago y el alma. Algo iba mal, algo se me estaba
escapando, algo no entendía. Entonces encontré la palabra: Distopía. La utopía
perdida, la utopía fallida. Las viejas recetas ya no servían, ya no sirven
¿para qué las queremos entonces? El entorno y sus circunstancias han cambiado.
Las nuevas guerras ya no tienen localización
territorial permanente. El nuevo terrorismo tiene territorios y hasta estados.
Estamos sufriendo una hecatombe geopolítica. Tras el final de la guerra fría
han aparecido nuevos agentes activos. El Mundo se está repartiendo de nuevo. La
globalización no es un estadio es una nueva herramienta. La crisis no era
crisis era una pre revolución. Las revoluciones no son instantáneas tienen su
propio tempo.
El concepto de sociedad se ha tambaleado, la utopía
tranquila se transforma en inseguridad permanente. Nacen nuevos conceptos:
economía colaborativa, comercio justo, consumo de proximidad, financiación
extra bancaria de proyectos, la solidaridad como moda de vida, monedas
virtuales, trueque organizado y algunos otros. Hay que estar permanentemente
buscando la mejor tarifa de teléfono, de internet, de electricidad, si te
quedas quieto te arruinan. El orden establecido se tambalea. Es un momento de
nuevos mesías, de ideas estrafalarias y de nuevas utopías ¡No se dejen engañar!
El sentido común no ha entrado en crisis, de momento. Aunque con eso del
márquetin emocional le pueden convencer de otra cosa.
Pongan pié a tierra y afronten los próximos meses
con los oídos atentos y la mente clara. En esta metamorfosis inversa la
mariposas pueden trocarse en gusanos. Han que ser muy pragmáticos porque las
utopías no son más que eso utopías, sueños inalcanzables. El sol seguirá
saliendo por el Naciente y seguirá poniéndose por Poniente, los vientos serán
variables. La economía clásica ya no sirve. Ahora el Mundo tiene ocho mil
millones de habitantes y los recursos ya no son infinitos. El pecado de nuestra
pequeña sociedad fue pensar que esos recursos eran ilimitados. Somos los padres
de los ninis y a ellos le transmitimos nuestra ceguera estratégica. Nuestro
egoísmo ciego. Como siempre.
El neoliberalismo, el neosocialismo y la neocasta
son absolutamente coyunturales. Pura demagogia oportunista. Todo esto pasa por
nuestra propia estupidez y creernos las mentiras interesadas de los medios. El
informador se ha convertido, por avaricia, en manipulador de la opinión
pública, olvidando su sagrada función de informar para conocimiento y decisión
personales. Las mariposas se me están convirtiendo en gusanos.
Perdimos el paraíso prestado, ahora, sufrimos de
distopía. La distopía existe de cada uno de nosotros dependerá que sea benigna
o crónica.
Desde el “Canto Arriba”, a 5 de marzo de 2015, un saludo de
Me alegro de la vuelta de Magoez, sus reflexiones nos hacen pensar. Bienvenido.
ResponderEliminarEl comentario planteado me hace recordar a uno de los grandes pensadores de la primera mitad del siglo XX, Wittgenstein (filósofo, matemático, lingüista…). Para este austriaco de mente clara y rebuscada no existen problemas filosóficos, ni matemáticos, ni físicos, y seguramente ni económicos. El problema está en el lenguaje y el mundo que creamos con nuestros signos lingüísticos, que no son más que representaciones de nuestro mundo, de nosotros mismos y de nuestras pretensiones de controlar todo, y a todos, lo que nos rodea.
Consumo de proximidad, financiación extra bancaria, trueque organizado, no son más que conceptos lingüísticos para hacernos creer en otras realidades no existentes.
Realidades creadas por charlatanes “predicadores” que sacan redito de una sociedad descreída y desilusionada.