"SOBRE EL TEA PARTY"

PLUMA AJENA,  REFLEXION 4, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2010

Sobre el Tea Party se ha escrito mucho últimamente, y seguramente se seguirá hablando a la vista del resultado de las Elecciones Usa del martes pasado. Ha sido denostado por la prensa y contertulios "oficialistas". Creo que hay mucho desconocimiento en cuanto a lo que significa un movimiento de este tipo en una sociedad democrática viva. Su aparición es tan importante y decisiva como la del uso de las redes sociales. Algo está cambiando, como no podía ser menos, en la forma de hacer política. Creo nque es bueno conocer su existencia y actuar en consecuencia.

De cualquier manera es una forma de reflexionar sobre el funcionamiento de una democracia madura.

Por eso adjunto un magnífico artículo de LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS aparecido el pasado 28 de octubre de 2010 en www.elEconomista.es


Lorenzo Bernaldo de Quirós: Hablemos del Tea Party
www.elEconomista.es 28/10/2010 - 9:16
En Europa, y sobre todo en España, el movimiento del llamado Tea Party se ha vendido como una especie de grupo fascista o, cuanto menos, de un movimiento populista de extrema derecha a punto de hacerse con el control del Partido Republicano.
Este enfoque, caro a la izquierda, supone un profundo desconocimiento tanto de lo que es el ideario de esa iniciativa como de la realidad histórica, sociológica y política de EEUU.
Sin duda, dentro del Tea Party hay radicales y extremistas, como los hay en casi todos los grandes movimientos de izquierda o de derecha, pero eso no constituye la esencia, cuyo discurso fundamental es una revuelta contra el gran Gobierno, contra la masiva intervención de la economía lanzada por Obama y una reivindicación de los valores fundacionales de la República norteamericana.

Lo que no es
Este tipo de planteamientos no son nuevos en América. De hecho, ya sucedieron en el pasado, por ejemplo, cuando Roosevelt lanzó el New Deal o cuando Lyndon B. Johnson emprendió la construcción de la Gran Sociedad a golpe de gasto público e intervencionismo. De entrada, la acusación de fascismo al Tea Party es ridícula, ya que ese ideario es anticapitalista, estatista, imperialista y, no lo olvidemos, su programa es el de un socialismo nacional.
Esas son de veras las señas de identidad del fascio, cuyos orígenes ideológicos no se encuentran en la derecha conservadora o liberal, sino en la izquierda, como sabe cualquiera con un mínimo conocimiento de la historia de las ideas.
Desde esta óptica, el Tea Party no sólo no guarda conexión alguna con ese ideario, sino que es radicalmente contrario a él. En este línea, conviene recordar que los liberales, en el sentido americano del término -esto es, la izquierda- profesaron en los años 30 del siglo pasado una profunda admiración hacia la economía dirigida de la Italia fascista y de la Alemania nazi frente al desorden del capitalismo.
Tampoco guarda relación alguna el Tea Party con el programa tradicional del populismo norteamericano. Ésta fue siempre una corriente de opinión, nacida a raíz de las crisis económicas del siglo XIX y de la Gran Depresión, contraria al capitalismo, proteccionista, opuesta a la modernización de la economía norteamericana y con una base sociológica concentrada en las zonas agrarias.
Sus conexiones con el socialismo primero y con el liberalismo después (socialdemocracia, en términos europeos) fueron siempre muy intensas, y donde los populistas encontraron mayor apoyo no fue en el Partido Republicano, sino en el Demócrata, hasta el extremo de que su principal líder en la última recta del siglo XIX, William Bryan Jennigs, concurrió tres veces a la presidencia norteamericana por los demócratas.

Lo que sí es
Desde el punto de vista de la filosofía política, el Tea Party en conservador en el sentido de representar la tradición que fundó EEUU, esto es, un estado pequeño, con gasto público e impuestos bajos, con pocas regulaciones y con una moneda fuerte.
En suma, es un movimiento que defiende la libertad económica en el marco de un aparato estatal, cuyas funciones han de limitarse a proteger los derechos individuales, garantizar el cumplimiento de la ley, asegurar el cumplimiento de los contratos, suministrar bienes y servicios públicos y establecer una red mínima de seguridad para aquellas personas que, víctimas del infortunio, sean incapaces de valerse por sí mismas o de adquirir en el mercados determinados bienes y servicios.
Fuera de ese contexto institucional, los individuos han de tener la libertad de perseguir los fines que deseen sin restricciones de los poderes públicos. Esta es, en definitiva, la base del sueño americano y ésa es la filosofía central del Tea Party. Los referentes políticos del movimiento no se encuentran en el Ku Kux Klan, tolérese la caricaturesca analogía, sino en lo que representaron en el Partido Republicano personalidades como Barry Goldwater y, sobre todo Ronald Reagan, esto es, la tradición de un conservadurismo, en términos norteamericanos, que equivale a lo que en Europa se entiende por liberalismo clásico.
La revuelta del Tea Party contra la política de Obama se resume en un hecho: su convicción de que la gestión obamita se aparta de lo que fue y es el fundamento de la libertad y de la prosperidad norteamericanas. En esta revuelta coinciden en el movimiento de los revolucionarios del té desde conservadores como los intelectuales a la americana del American Entreprise Institute hasta libertarios como las gentes del Cato Institute. Todos aspiran a una reducción del tamaño del gobierno federal en línea con el espíritu de los Padres Fundadores.
Aunque hay de todo, la filosofía del Tea Party no tiene nada que ver con la de la búsqueda de una especie de teocracia impuesta por la derecha religiosa. Una cosa es creer en algo y otra imponérselo a los demás por la fuerza. Nada de eso demanda el movimiento. Al contrario, reivindica en coherencia con la tradición americana la libertad religiosa, no podía ser de otro modo, como una expresión de la libertad individual.
En este sentido, no quieren que se obligue a nadie a, por ejemplo rezar en los colegios, sino que se garantice la libertad de las familias para elegir el tipo de educación que quieren dar a sus hijos. Esto significa reducir el papel del Estado en el ámbito educativo, bien privatizando la enseñanza bien introduciendo mecanismos como el cheque escolar para garantizar la libertad de elección. En este marco habrá escuelas agnósticas, islámicas, paganas, ateas, católicas, etc. y se respetará el pluralismo de las creencias.
En conclusión, que nadie vea en el Tea Party lo que no es. Busca la resurrección y la traslación al gobierno de los ideales que hicieron grande América y esos ideales son diametralmente opuestos a los profesados por el fascismo o por la extrema derecha. Obviamente, este proyecto no gusta a la izquierda, pero ya está bien de identificar todo lo que se opone a sus ideas como fascista.

Lorenzo Bernaldo de Quirós es miembro del Consejo Editorial de elEconomista.

2 comentarios:

  1. Muy interesante este resumen sobre el "Tea Party" de Lorenzo Bernaldo de Quirós.Cuando se crea la necesidad,es necesario que surjan o se recuperen posicionamientos nuevos que sean capaces de acabar con la adversidad y la decadencia a la que nos conducen los actuales sistemas
    04/11/2010 13:06 en magoez.blogspot.es

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  2. MUY ACERTADO AMIGO...LASTIMA QUE LOS MEDIOS PERIODISTICOS EN LOS QUE VIVIMOS NO SEAN TAN OBJETIVOS....SALUDOS
    05/11/2010 01:08 en magoez.blogspot.es

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