“¡AY!, AHÍ, HAY”


CICLO “LA  GAVETA, 3ª TEMPORADA”
COMENTARIO Nº 77 8 DE SEPTIEMBRE  DE 2011



Ay. Jeperjeperura Ay, generalmente denominado Ay, o Ay II, es el penúltimo faraón de la XVIII dinastía egipcia.  Pero el ¡ay! de hoy no va de antiguos. El “ay” de hoy va de dolor y pena. Es un ¡ay! por un cuñado de un primo, ahora lejano, muy lejano. El que en los últimos ocho años se gastó lo suyo, lo de su familia y lo que no tenía. Tal cual España y los periféricos del Sur, del Este, del Oeste y hasta del Norte europeo. Ahora no lo puede devolver. ¡Ay! Ahora no sabe si devolver el coche que todavía debe o, como dice la mujer e hijos, seguir en el estado de bienestar actual y Dios y el partido proveerán... Lo que tiene claro es que no piensa, salvo que lo obliguen, devolver los préstamos. Que los acreedores le reestructuren la deuda ad eternum. ¡Ay!

¡Ay! ¿Hay Europa? Ahí está su bandera rota ?????
Ahí. ¡Ahí está el problema! Ahora resulta que los acreedores se quieren convertir en “pequeños dictadores”. Están aplicando recetas obsoletas a problemas que tienen distintos orígenes. Esto es una septicemia. No son asuntos aislados y locales. Es una infección general.  Para lo que han servido estos años post Lehman es para confirmar que los gurús no lo son tal y que los remedios aplicados no son la solución. En todo caso han servido para debilitar nuevas posibles soluciones. Sí que es verdad que se ha demostrado que los grandes dirigentes no son grandes, la mediocridad impera. Incluso, algunos, quieren utilizar esta situación en beneficio de utópicas y viejos sueños hegemónicos. ¡Ahí está el problema!

Cuando uno se separa del bosque diario, de la batalla diaria, deja de ver los árboles de lo urgente y coyuntural. Al alejarse, mediante unas merecidas vacaciones, primero vacía su mente y después, ordenadamente, la va llenando de nuevo. La perspectiva cambia. Ve pequeño lo que antes era grande. Si miramos el reciente Agosto en su globalidad el resultado es el de un mes más. Convulso y volátil. Lo que ha ocurrido entraba dentro de lo probable y razonable. En el fondo no hay nada nuevo. El Mercado abandona Europa y Usa y empieza a centrarse en los “Viejos Nuevos”, los Bric, la nueva India, la vieja China, el gran Brasil y la poderosa Rusia. El negocio nuevo no está en el dinero viejo, ya lo exprimieron, arruinaron los bancos y los Estados. Se han cubierto las pèrdidas con los CFDs, ya no importa lo que pase. Europa y el cuñado del primo lejano son marginales. ¡Ahí está el problema!  El “crecimiento real” abandona Europa donde como mucho quedan viejos resortes de poder decadente. ¿Volverán los Reinos de Taifas? Con estos mentecatos, seguro ¡Ay! ¡Ahí… ahí duele!

Hay que…., hay que…. Hay que… Escuchamos por doquier. Recetas viejas, repetidas y traslocadas en tiempo y lugar. Las agujetas del sistema las tratamos como si fueran cristales de ácido láctico, teoría de los cincuenta. El monetarismo duro (la solución aplicada), el ahorro obsesivo e indiscriminado (siguiente paso) debilitan el sistema de producción real, y probablemente aplicados duramente acaben con el mismo. En estos años hemos conseguido: traspasar las pérdidas de los bancos a los Estados, cambiar “mileuristas” por seiscientoeuristas”, aumentar el paro, y no crecer. Lo que antes eran agujetas ahora se llama “mialgia diferida” y se describen como “micro roturas musculares”, por eso duran, lo cual exige un tratamiento distinto. Keynes, Marx, Friedman y compañía son viejas glorias, como Kubala y Di Stéfano. Las micro-roturas se han extendido por toda Europa, la micro-rotura Zapatero, está bien tratarla, pero el problema es más grande y primordialmente exige analgésicos locales y nuevo enfoque global. Esto es más que una crisis sistémica, es una nueva septicemia. ¡Muy mal tienen que estar las cosas que hasta los médicos hablan de economía!

Hay que aguantar el dolor, hay que darse cuenta de que esto va a ser muy largo, hay que pagar lo que debemos, hay que cambiar el enfoque, no solo los políticos, hay que tener mucha paciencia y tenacidad, hay que volver al trabajo y a la frugalidad.  Hay que asimilar que la fiesta terminó, que se acabó el champán como dije en el último comentario anterior a las vacaciones. Con esto reinicio el contacto donde lo dejé.

Después de un viaje físico-espacial a las Antípodas, vuelvo convencido de que…  ¡AY! AHÍ NO HAY.

Gracias por su atención y, a pesar de lo dicho, disfruten de la vida. Reciban un fuerte abrazo amigo de su amigo,

El Magóez
En Las Medianías, que es mi sitio, a 8 de Septiembre de 2011.





 

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3 comentarios:

  1. hay que pagar lo que debemos

    Menos mal que coincido con alguien. Todo el mundo habla de no pagar, que se j. los bancos y los estados, que el Gobierno apruebe ayudas, que el Gobierno cree puestos de trabajo. Todavía no se han han enterado. El Magoez sí. Y yo coincido. ¡Ay!, ¡Ay!, nos va a seguir doliendo...
    Juan R.

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  2. Lo malo es que, por lo menos aquí, la supuesta aspirina Rajoy para calmar nuestros dolores, va a resultar un alérgeno para sindicatos, funcionarios (no todos), movimientos "de moda" y demás vividores del déficit presupuestario, lo que va a suponer un estado de agitación contrario a la mejora de la productividad tan necesaria.

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  3. Emilio dice

    Ante esta reflexión hay dos posturas, estar a favor o en contra.
    Lo cómodo es decir que el Mago no tiene razón, pero ¿cuando hemos encontrado un mago que hable por hablar?
    Hay que encontrar el medicamento adecuado para combatir la infección generalizada que estamos sufriendo. No valen los remedios caseros o el que le sentó bien al vecino del 5º. Tampoco debemos hacer mucho caso a médicos de otros países que recetan medicamentos individualmente.
    Este es el momento para que se reúna la junta de médicos y encuentren la formula magistral y universal.
    Unos suprimen los coches oficiales; otros deciden cerrar centro de salud; algunos suprimen los liberados sindicales y las comisiones de servicios, y los mercados no se tranquilizan. Se unifican Cajas; se “reforma” la Constitución, y los mercados no se tranquilizan. Se adelantan las elecciones generales, y los mercados no se tranquilizan. La infección avanza.
    No nos queda más remedio de cambiar el “equipo medico habitual” de mediocres por otro de verdaderos valientes que unifiquen la política financiera europea.

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