"MANOLO, NOELIA Y EL MAGOEZ"

Libreta LA PLUMA AJENA
RELEXION 5, 28-03-2011

OPINIÓN > FRANCISCO SUÁREZ TRENOR

Manolo, Noelia y El Magóez


El Magóez es el pseudónimo de alguien que escribe un blog semanalmente en la red y que según él mismo reconoce es de aquí -lo cual dicho en el ciberespacio se puede traducir como soy ciudadano del mundo- y sabe más por viejo que por diablo,  aunque sus estudios tiene, según manifiesta.  Este personaje, cuya lectura semanal recomiendo, ha escrito un artículo que creo que merece ser leído entero, pero que no me resisto a recortar y comentar. Dice el autor: “Manolo y Noelia, gomeros, quisieron tener una oportunidad en la vida. Manolo y Noelia cogieron sus pocos bártulos y se fueron a la capital de la provincia. Manolo y Noelia alquilaron un garaje con cuarto de baño y pusieron en marcha una pequeña tienda de comestibles, una ventita. Y después describe el  lúgubre espacio que eligen para llevar a delante su proyecto: el garaje alquilado no tenía más de dos metros de altura, una puerta plegable de cuatro hojas y un añadido de la misma altura con un ventanuco a la calle. Allí separaron el garaje en dos zonas, la de vender y el almacén. Un espacio para la clientela, un mostrador y una estantería que separaba del almacén. En el añadido, con letrina incorporada, partieron el espacio con una cortina, de tal manera que quedaba un fregadero, la cocinilla de petróleo, y una mesita a un lado y la cama y poco más al otro”.

En un espacio como éste, que hoy llamaríamos indigno, o en otros similares, transcurriría la vida de tantos emigrantes de estas Islas que por aquellos años tuvieron que trasladarse, con lo puesto, a otras islas con menos miseria o a otros países entonces más ricos. Más tarde el Magóez describe su actitud de cara al trabajo y cómo con los años llegaron a construir con sus manos su propia casa y su propia ventita: “No cerraban nunca, lo más que hacían era entornar las puertas, siempre estaban dispuestos a vender algo. Fiaban a los vecinos más necesitados. Trabajaron y ahorraron, se compraron un terreno en el extrarradio, cerca de la ‘Residencia Sanitaria’, y mediante auto construcción, los fines de semana, y el trabajo solidario de otros gomeros se construyeron un local, su nueva tienda, y su vivienda encima”.

Y añade el autor, homenajeando a todas y cada una de las ventitas, estancos y carritos de su barrio que era el mio: “Podría contar la misma historia de Valero, de Doña Leonor y su hija Servanda, del carrito de Doña Concha la madre de Lala y Paco, de Don Elías, de Don Luciano y Juanito, todos salieron para adelante. Así se hizo la España del desarrollo, con sacrificio, trabajo, tenacidad, esperanza y estudios para los hijos. Otros hicieron Venezuela, pero lo hicieron y la mayoría mejoraron”.

Y termina diciendo: “Esta es parte de mi memoria histórica, lo traigo aquí como homenaje y lección. Ese es el espíritu que tenemos que recuperar. Hemos de recuperar la fe, la actitud y la tenacidad de Manolo y Noelia porque caso contrario los hijos Chin Lu y Tsao de Lu, gomeros de la China, que trabajan tenazmente en familia y todos los días del año, y ya están aquí, heredarán la tierra”.

Tras esta invitación a comportarnos como emigrantes en nuestra propia tierra para salir de la crisis, me quedo sin palabras. Tan sólo mi homenaje a Manolo y a Noelia -y a todos los que representan- y mi agradecimiento a El Magóez por esos sus recuerdos que refrescan los nuestros.

flypocan@hotmail.com




ARTÍCULO ORIGINAL SOBRE "MANOLO Y NOELIA"

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