¿SOLO PALABRAS?


Cuando adoptas el lenguaje de tu enemigo tienes la guerra perdida. Cuando el mensajero adopta el lenguaje de parte deja de ser mensajero para convertirse en papel amarillo, pierde la credibilidad y la función. En esas estamos. El mensajero ha perdido el criterio y, en algunos casos, hasta la deontología ética. Me voy del tema, vuelvo al tema.
Cada sociedad tiene su historia, cada hombre sus circunstancias y cada palabra su contexto. No es lo mismo ser republicano en los Estados Unidos que en España, vamos ni se parece. Contextos aparte, cuando la palabra se convierte en expresión peyorativa pasa a ser arma ideológica. El neoliberalismo de la izquierda europea no deja de ser una manera de llamar al capitalismo puro y duro de toda la vida, ha pasado de ser un posicionamiento intelectual dentro del liberalismo a una categoría de opresión. El problema surge cuando el mensajero amarillea y la convierte en parte de su lenguaje cotidiano y habitual, ha tomado posición, ya no es un mensajero, ahora, es un activista encubierto. Las palabras no son solo palabras. Pueden llegar a enmascarar aviesas intenciones que el que la escucha es incapaz de entender, se suma a la corriente que no sabe a dónde lleva. Las palabras lo llevan.
Desigualdad, rico, pobre, pobreza y hasta democracia han adquirido tintes ideológicos inconfundibles. Se usan sin saber que el contexto sí importa. El lenguaje se convierte en universal con la ayuda de la comunicación global. El comunicador se ha convertido en arco y flecha, cuando solamente tiene que ser arco de flechas ajenas. En esta sociedad de “deltas ilustrados” las palabras del comunicador, como las mareas, arrastran las algas de un lado para otro. Cada alga puede pensar que individualmente es libre, pero no, la marea y las palabras la llevan de un lado a otro. Vivimos una época en la que importa más el portavoz que el mensaje.
Con la economía ha pasado algo parecido. Ahora sabe de economía todo el mundo. Usan palabras sin saber su significado exacto. Por eso avariciosos comisionistas analfabetos han colocado las famosas “preferentes” a avariciosos inocentes. Es que la economía, como cualquier ciencia, tiene su propio argot. Si acuden al mercado sin conocer los tipos de manzanas, acabaran comprando las que el vendedor quiera colocarle. Las distintas facetas de cada palabra son importantes. No hay palabras sueltas. Si hay demagogos avispados que tergiversan las palabras de toda la vida. En mercadotecnia tampoco vale todo.
Las palabras sí que importan, no de por hecho su significado. Piense, deles la vuelta, busque lo que esconden, le pueden estar engañando. Nada es gratis y “nadie vende duros a cuatro pesetas”, y menos en los mercados. Que no jueguen con sus sentimientos. A los indígenas americanos les cambiaron chucherías por oro y gemas preciosas. Otros, peor, cambiaron opio y alcohol por mercancías. Todo con buenas palabras.
En el casino financiero, que nos hemos inventado en estos tiempos de internet, las palabras también engañan. Sirven para envolver pequeños paquetitos de porquería en brillantes colores. Ahora usted puede convertirse en un nativo que cambia sus ahorros, su oro, por brillantes expectativas de “kk embotellada”. El tema ha crecido ya no es un negocio a nivel individual y personal, ahora, esto se ha convertido en un negocio corporativo entre corporaciones que pasan las “botellita de kk”  de unas manos a otras sin abrirlas. Pobre del que la abra, se quedará sin palabras. La próxima burbuja olerá a alcantarilla tupida. El mundo ha cambiado, la crisis ha sido “casi sistémica” y las soluciónes han sido un parche. Lo hemos revisado en los últimos meses: #1 Importa más el mensajero que el mensaje. #2 La teoría económica está obsoleta. #3 Mensajes interesados. #4 Gastar sin pensar. #5 El nuevo equilibrio mundial y #6 Sin armas monetarias. Es la hora de empezar a pensar.
Palabras engañosas, mensajeros amarillos, demagogos interesados, comisionistas amorales, avariciosos todos. La raya roja que separa el mundo real del falso y utópico es muy sutil. Cuando le den una palabra no se la trague, búsquele las vueltas que le pueden estar engañando. Quieren tu oro y tu voto, nada más y nada menos. Las palabras engañan.  
¡Hala, que les vaya bien! Hasta el mes que viene. Un saludo de

En Las Medianías, que es mi sitio, a domingo, 27 de marzo de 2016.

2 comentarios:

  1. Leído en un periódico, creo que ElMundo:
    "shitstorm (literalmente 'tormenta de mierda')
    Un linchamiento en el que los conocidos como haters ('odiadores') y troles representan un papel principal, buena parte de las veces escudados en el anonimato del teclado"

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  2. Es una vergüenza que la palabra sea manipulada por el mensajero en favor de algo o alguien con intereses espurios.
    Pero más deshonroso es cuando se presume de comunicador sin saber lo que se comunica, cuando lo que se hace es juntar letras y palabras que nos son el reflejo de su pensamiento.
    En los últimos tiempos todos sabemos de economía y defendemos criterios y conceptos que no henos reflexionado, pero que nos parece moderno y progresista introducirlos en nuestro discursos.
    Opinamos sobre la economía colaborativa, sin darnos cuenta que es la actividad económica más antigua del mundo, el trueque, principio de la economía de mercado.
    Nos enfadamos al percatarnos que tal o cual entidad financiera nos ha “engañado”, cuando en el fondo nos hemos dejado engañar. Nadie da euros a cincuenta céntimos. Pero presumíamos, en la barra del bar, del negocio que me ha ofrecido el banco por ser “cliente preferente”. Veintiocho tarjeas de distintos colores adornan nuestras carteras. Nos sentimos importantes.
    El mensajero seguía “comiéndonos el coco” y nosotros cada vez más orgullosos de nuestra cartera.
    Ahora los mensajeros han cambiado el discurso, son defensores de la sociedad, son los voceros de una falsa modernidad social. Tienen que seguir comiendo de un pesebre ajeno que los alimenta mientras que les son útiles.
    Parece no darse cuenta que cuando la cabra no da leche se sacrifica y se sirve en los guachinches

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